Author Archives: Mesa-Lago Carmelo

THE CUBAN ECONOMIC CRISIS: ITS CAUSES AND POSSIBLE POLICIES FOR THE TRANSITION

Carmelo Mesa-Lago (University of Pittsburgh) and Jan Svejnar (Columbia University)

Florida International University, School of Public and International Affairs, October 2020.

A definitive 2020 analysis of Cuba’s current economic situation.

Full document available here: The Cuban Economic Crisis: Its Causes and Possible Policies for the Transition

 

 

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CUBA: CRISIS ECONÓMICA, SUS CAUSAS, EL COVID-19 Y LAS POLÍTICAS DE RESCATE

 

 

 

 

 

Carmelo Mesa-Lago,  10/6/2020

Tema1

¿Cuál es el estado de la economía cubana en tiempos del COVID-19 y qué políticas de recuperación se prevén?

Resumen

Este documento se divide en cuatro partes: (1) un análisis de la crisis económica en Cuba, con indicadores macroeconómicos internos y externos; (2) una examen de las cuatro causas de la crisis, una interna y tres externas (persistencia de la planificación central, recorte en la ayuda económica venezolana, sanciones de Trump y COVID-19); (3) una descripción de la evolución y efectos en la salud de la pandemia; y (4) una revisión de las potenciales opciones para afrontar el COVID-19 y salir de la crisis económica, así como recomendaciones de organismos regionales para hacer frente a la recesión en América Latina y su potencial aplicabilidad en Cuba.

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Conclusiones

Cuba está sufriendo una severa crisis económica y parece haber muy pocas políticas (internas o externas) capaces de generar una reactivación. Hay un consenso entre la mayoría de economistas académicos cubanos (y también extranjeros) de que la única salida está en retomar las reformas estructurales interrumpidas y acelerarlas y profundizarlas. Ricardo Torres (2020) apunta que: “… una situación extrema como esta debería servir de catalizador de las transformaciones que requiere el modelo cubano… es hora que se reconozca que el esquema de producción y distribución actual es un rotundo fracaso y requiere ser revisado desde sus fundamentos. En esa revisión el sector privado y cooperativo debe ser empoderado”.

También sugieren un grupo de economistas cubanos (entere los que se encuentra el autor) tres medidas que Cuba podría adoptar internamente, sin necesidad de ayuda internacional, para salir de la crisis y propiciar el desarrollo económico-social (véase Mesa-Lago et al., 2020).

Escasez de alimentos

Para aumentar la producción agrícola, Cuba debería seguir las políticas de China y Vietnam: autorizar a todos los productores agrícolas a que determinen por sí mismos qué sembrar, a quién vender y fijar los precios en base a la oferta y la demanda. Estas políticas terminaron con las hambrunas periódicas en los dos países asiáticos, ahora autosuficientes. Hoy Vietnam es un exportador neto de productos agrícolas y envía a Cuba 350.000 toneladas de arroz anuales, que la isla podría producir. Esto requiere eliminar el ineficiente sistema de acopio. Las compras estatales obligatorias de la mayoría de las cosechas a precios fijados por el Estado, inferiores al precio de mercado, son un desincentivo. Si Cuba siguiera las reformas sino-vietnamitas, con las adaptaciones necesarias, podría alcanzar autosuficiencia alimentaria en cinco o seis años, terminar con la importación por valor de 1.800 millones de euros anuales de productos agrícolas y convertirse en exportador neto.

Desempleo visible y oculto

Es esencial expandir el sector no estatal, particularmente el trabajo por cuenta propia y pymes, muy dinámico antes del COVID-19 y esencial en la recuperación con creación de empleo productivo y eliminación del empleo estatal innecesario. Para ello se recomienda: (a) reemplazar la lista de actividades por cuenta propia autorizadas por una lista de actividades prohibidas; (b) autorizar a los profesionales a trabajar por cuenta propia y eliminar las barreras en el sector no estatal; (c) terminar la etapa experimental de las cooperativas de producción no agrícolas y de servicios y aprobar más de ellas; (d) establecer mercados al por mayor para suministrar insumos a todo el sector no estatal; (e) establecer bancos –incluyendo extranjeros– que provean microcréditos; (f) permitir al sector no estatal importar y exportar directamente; (g) eliminar los impuestos más gravosos al sector no estatal; (h) imponer el impuesto a las ganancias en vez de al ingreso bruto y permitir la completa deducción de gastos; (i) empoderar a una asociación independiente de microempresas para negociar condiciones con el gobierno y envolverse en la legislación pertinente; y (j) crear una vía para denunciar a funcionarios estatales corruptos que cobran sobornos a los trabajadores del sector no estatal (Díaz, 2020).

Inversión extranjera

Todos los economistas cubanos la consideran fundamental. Para aumentarla es necesario implementar ciertas reformas, como: (a) autorizar a las compañías extranjeras a contratar y pagar directamente a todos sus trabajadores; (b) aprobar la inversión de capital extranjero (incluyendo a los cubanos en el exterior) en todos los sectores económicos, así como en las microempresas y cooperativas de producción no agrícolas y de servicios; y (c) publicar estadísticas actualizadas en áreas clave en que hay vacíos para infundir confianza en el exterior, como la deuda externa total (no sólo la negociada), la forma de calcular el IPC, incluyendo las operaciones en CUC que ahora se excluyen, y cifras más detalladas de las finanzas públicas.

Estas reformas y otras ayudarían a Cuba a salir de la recesión actual y generarían recursos para poder refinanciar los servicios sociales erosionados y establecer una red mínima de protección social para los sectores más vulnerables a la crisis.

Dos semanas después de un seminario virtual dictado por el autor, patrocinado por las universidades de Harvard, Columbia, Florida Internacional y Miami donde se propusieron dichas medidas, el periódico oficial Granma tildó dichas propuestas (y otras similares, como Monreal, 2020) de “neoliberales” (Luque, 2020). Sin embargo, un par de días después, en una reunión extraordinaria del Consejo de Ministros se exhortó de manera urgente a “cambiar todo lo que debe ser cambiado”, aunque dentro de los parámetros de la planificación central y en un mercado estrictamente regulado. Se ha especulado mucho acerca de dichos cambios, sólo el tiempo dirá si se harán y si finalmente Cuba toma el camino exitoso de la recuperación y el desarrollo sostenido.

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FORO CUBANO: INDICADORES

COMPLETE DOCUMENT: Foro Cubano – Indicadores

Coordinador:  Pavel Vidal Alejandro

 

Foro Cubano – Indicadores

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EL IMPACTO EN LA ECONOMÍA CUBANA DE LA CRISIS VENEZOLANA Y DE LAS POLÍTICAS DE DONALD TRUMP

Carmelo Mesa-Lago,  Catedrático de servicio distinguido emérito en Economía y Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Pittsburgh

Pavel Vidal Alejandro, Profesor asociado del Departamento de Economía de la Universidad Javeriana Cali, Colombia

30 de mayo de 2019

Articulo originalLA CRISIS VENEZOLANA Y DE LAS POLÍTICAS DE DONALD TRUMP

 

 

 

Índice

Resumen, Abstract……………………………………………………………………………………….. 2

Introducción ………………………………………………………………………………………………… 3

(1) Antecedentes de la relación económica entre ambos países …………………………. 4

(2) Análisis de la severidad de la crisis económica-social venezolana ……………….. 5

 (3) Evolución del comercio exterior cubano con Venezuela……………………………….. 7

(4) Las medidas de Trump contra Venezuela y Cuba ……………………………………….. 14

(5) Los efectos del shock venezolano ……………………………………………………………….. 18

(6) ¿Viene otro Período Especial? …………………………………………………………………….. 22

 (7) Posibilidad de que otros países (Rusia o China) sustituyan a Venezuela ……….. 23

(8) ¿Hay alternativas viables para Cuba? ………………………………………………………… 24

(9) Conclusiones……………………………………………………………………………………………… 30

 

Resumen

Históricamente, Cuba ha padecido la dependencia económica de otros países, un hecho que continúa después de 60 años de la revolución. La dependencia con la Unión Soviética en 1960-1990 dio lugar al mejor período económico-social en la segunda mitad de los años 80, pero la desaparición del campo socialista fue seguida en los años 90 por la peor crisis desde la Gran Depresión. Este documento de trabajo analiza de manera profunda la dependencia económica cubana de Venezuela en el período 2000- 2019: (1) antecedentes de la relación económica entre ambos países; (2) análisis de la severidad de la crisis venezolana; (3) evolución del comercio exterior cubano con Venezuela; (4) medidas de Donald Trump contra Venezuela y Cuba; (5) efectos del shock venezolano en Cuba; (6) ¿viene otro Período Especial en Cuba?; (7) posibilidad de que otros países (Rusia o China) substituyan a Venezuela; y (8) alternativas viables a la situación. El impacto en la economía cubana de la crisis venezolana y de las políticas de Donald Trump

Abstract

Cuba has historically endured an economic dependence on other nations that continues after 60 years of revolution. Dependence on the Soviet Union in 1960-90 led to its best economic and social situation in the second half of the 1980s, but the disappearance of the socialist world was followed in the 1990s by its worst economic crisis since the Great Depression. This Working Paper analyses Cuba’s economic dependence on Venezuela in 2000-19, as follows: (1) antecedents of the economic relationship between the two countries; (2) evaluation of the severity of Venezuela’s economic-social crisis; (3) evolution of Cuba’s trade relationship with Venezuela; (4) Trump’s measures against Venezuela and Cuba; (5) effects of the Venezuelan shock on Cuba; (6) is another Special Period in the offing?; (7) possibility of another country (Russia or China) replacing Venezuela; and (8) viable alternatives to Cuba.

 

 

 

 

…………………………………………..

Conclusiones

Este estudio ha aportado evidencia abundante y sólida (respecto a Venezuela) que ratifica la histórica dependencia económica cubana de otra nación y la necesidad de subsidios y ayuda sustanciales para poder subsistir económicamente.

A pesar del gran peso de la beneficiosa relación económica externa, Cuba no ha logrado financiar sus importaciones con sus propias exportaciones. La ayuda externa resulta, al menos por un tiempo, en un crecimiento económico adecuado (en 1985-1989 con la URSS y en 2005-2007 con Venezuela), pero cuando desaparece o entra en crisis el país subsidiador, ocurre una grave crisis en Cuba. La dependencia sobre Venezuela ha sido menor que la relativa con la Unión Soviética y hay además otros factores que podrían atenuar la crisis resultante de la debacle en el primer país; aun así, Cuba ya ha sufrido

El impacto en la economía cubana de la crisis venezolana y de las políticas de Donald Trump Documento de trabajo 9/2019 – 30 de mayo de 2019 – Real Instituto Elcano 31 desde 2012 una pérdida equivalente al 8% de su PIB y una caída del régimen de Maduro agregaría otro 8%. Las medidas de Trump contra Venezuela no han conseguido hasta ahora derrocar el régimen de Maduro y este ha logrado circunscribir algunas de ellas, pero han agravado la crisis en la República Bolivariana creado una situación peliaguda que se agravará en el medio y largo plazo.

Por otra parte, las políticas trumpistas contra Cuba probablemente tendrán un impacto adverso sobre las remesas externas y el turismo (respectivamente la segunda y tercera fuentes de divisas cubanas), mientras que la aplicación del título III de la ley Helms-Burton generaría costes considerables por las demandas interpuestas y un efecto de congelamiento en la inversión futura.

La reacción de la dirigencia cubana frente a la crisis que se agrava ha sido el continuismo, de lo que no ha funcionado por seis décadas; muy poco se dice oficialmente (aunque se destaca por los académicos economistas del patio) sobre la urgente y necesaria profundización de las reformas económicas fallidas de Raúl Castro, a fin de adoptar algunas de las políticas del socialismo de mercado practicado con éxito en China y Vietnam. Para que Cuba pueda encarar la dura crisis que se avecina a corto plazo y conseguir escapar de la dependencia económica externa a largo plazo, esa es la alternativa más viable.

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INFORME: “LA ECONOMÍA CUBANA: SITUACIÓN EN 2017-2018 Y PERSPECTIVAS PARA 2019”

POR CARMELO MESA-LAGO

Cuba Posible, Diciembre de 2018.

Tres eventos de importancia han ocurrido en Cuba en 2018: 1) la salida, en abril, de Raúl Castro como presidente de la nación (aunque manteniendo su puesto de Primer Secretario del Partido Comunista) y el arribo parcial de una nueva generación con el nombramiento de Miguel Díaz-Canel como presidente, un civil-tecnócrata que nació después del triunfo de la Revolución; 2) el proceso de aprobación de una nueva Constitución que reemplazará a la de 1976; y 3) nuevasregulaciones al sector privado para trabajadores por cuenta propia y usufructuarios de la tierra (la anunciada unificación monetaria no se llevó a cabo). Por otra parte, después de una caída o virtual estancamiento económico en 2016, hubo una ligera recuperación en 2017, seguida de un descenso en 2018.

Continue Reading:

Informe económico Cuba Posible 2017-2018 perspectivas 2019

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CARMELO MESA-LAGO. UNA APOSTILLA SOBRE SALARIOS, PENSIONES Y ASISTENCIA SOCIAL EN CUBA

Original Article:  SALARIOS, PENSIONES Y ASISTENCIA SOCIAL EN CUBA.

ELESTADOCOMOTALMARCH 10, 2018

He leído con interés y provecho el artículo de Lázaro González y Yisel R. Pérez: “El sol no se puede tapar con un dedo,” y concuerdo con la mayoría de sus puntos y recomendaciones. El motivo de este artículo es aportar evidencia estadística que refuerza sus argumentos demostrando el declive en el salario y la pensión reales (ajustadas a la inflación), así como el recorte en la asistencia social en términos de beneficiarios y gastos.

Salario medio real en el sector estatal

 Las estadísticas y la mayoría de los artículos que se publican en Cuba se refieren al salario medio nominal en el sector estatal, no ajustado a la inflación (índice de precios al consumidor: IPC), muy diferente al salario real, ajustado de esa forma. Esto da la ilusión que los salarios han crecido consistentemente desde su punto más bajo en 1993, en el peor año de la crisis económica de los años 90. Si comparamos el salario nominal ese año (182 CUP) con el de 2016 (740 CUP), habría aumentado cuatro veces. A más del problema de la falta de ajuste, este cálculo toma el punto más bajo de la curva y, por supuesto, siempre aumenta. Aunque no exactamente igual, la CEPAL en su último informe regional, comienza la serie del salario medio real en 2010 y Cuba salta 54,8% entre ese año y 2016, con creces el mayor aumento en América Latina. (1). Pero otro resultado se obtendría si se hiciese una comparación mucho más larga, por ejemplo, entre 1989—el año anterior al comienzo de la crisis—y 2016. Esto es lo que justamente hacemos abajo.

 

Aquí mostramos la serie completa del salario real entre 1989 y 2016, el último año en que tenemos el salario nominal medio estatal y el IPC. Puede observarse que en 1993 el salario era un décimo del nivel de 1989; después con la recuperación aumenta consistentemente, pero todavía en 2016 era 39,3% del nivel de 1989, o sea, un 60,7% menor, esto quiere decir que el poder adquisitivo se contrajo en ese porcentaje. Si se observa el año 2010, usado como base por la CEPAL, el salario aumenta de 27,1% a 39,3% pero esta es una visión a corto plazo que no se conforma con una mirada a largo plazo (2). Cuba es el único país en América Latina donde el salario en el sector estatal (la enorme mayoría en el país) se fija centralmente; la ley no estipula su ajuste al IPC y concede gran discrecionalidad al gobierno para hacerlo.

El salario medio estatal mensual de 687 CUP en 2015, equivalía a 27 dólares, insuficiente para cubrir las necesidades básicas (excluyendo educación y salud), mientras que el salario mínimo de 225 CUP era una cuarta parte del ingreso necesario para cubrir necesidades básicas. (3)

Pensión media real

Las mismas observaciones hechas al salario valen para las pensiones. El gráfico abajo presenta la evolución de las pensiones reales.

 

La ley no determina el ajuste de la pensión al IPC (uno de sólo cuatro países en América Latina) y, como en el caso del salario, el gobierno tiene amplia discreción para hacerlo. En 1993, la pensión real era 16% del monto de 1989; 22 años después se estabilizó en la mitad del nivel pre-crisis. La pensión media nominal en 2016 era de 277 CUP mensuales, (4) equivalente a 11 dólares, insuficiente para cubrir las necesidades básicas alimenticias. Los jubilados y pensionados se encuentran entre los grupos más pobres en la población; (5) para subsistir deben recibir remesas, ayuda de familiares o trabajar como cuentapropistas.

Prestaciones de asistencia social

 Aunque ONEI no publica estadísticas de pobreza (el único país latinoamericano que no lo hace), esta ha crecido en el último decenio por varias razones: el salario medio estatal real cayó 61% y es insuficiente para cubrir las necesidades básicas; la pensión media menguó a la mitad y no satisface las necesidades alimenticias básicas; el racionamiento se ha reducido por la extracción de la libreta de bienes a precios subsidiados que se venden en el mercado a un precio dos o tres veces superior; el aumento de precio en las TRD que tienen una ganancia en torno al 200%; el incremento del precio de los servicios públicos (electricidad, agua, gas, transporte), así como de los alimentos en los mercados libres; la eliminación de comidas subsidiadas en cafeterías para trabajadores (los cuales reciben una suma insuficiente para comprar un almuerzo); y el deterioro en el acceso y la calidad de los servicios de salud. (6). Por tanto, la asistencia social debió de expandirse a fin de proteger a la población vulnerable contra esos problemas. Sin embargo, ocurrió lo opuesto como se muestra abajo.

 

Entre 2006 y 2016, el gasto de asistencia social como porcentaje del presupuesto se contrajo a menos de un cuarto, de 2,2% a 0,5%, mientras que el número de beneficiarios como proporción de la población decreció a menos de un tercio, de 5,3% a 1,6%. Esto, en parte, se explica por un “Lineamiento” aprobado en el VI Congreso del PCC en 2011 que terminó la asistencia social a los beneficiarios con una familia capaz de ayudarles. Detectar y eliminar la asistencia a los que no la necesitan es una política universal pero, en el contexto cubano de expansión de la pobreza y un nivel generalizado de necesidad, dicha política no parece razonable. El Cuadro 1 muestra otros recortes en la asistencia social. La asistencia a adultos mayores y discapacitados disminuyó en 62%, a las madres con hijos discapacitados en 51%, y a los que necesitan atención a domicilio en 65%.

¿Por qué estos recortes que provocan efectos tan adversos?

Las autoridades cubanas repetidamente han reconocido que los salarios actuales en el sector estatal, que comprende 75% del empleo, son insuficientes para satisfacer las necesidades de la población. En un intento de paliar este problema en 2010-2011 se estimó el empleo innecesario en el sector estatal (“nóminas infladas”) y se anunció que dicho excedente sería despedido: 500,000 en 2010, 1 millón en 2011 y un total de 1,8 millones en 2015. Los afectados encontrarían empleo en el sector no estatal (cuenta propia, usufructo de la tierra y cooperativas urbanas-CNA) que se extendería. En total se despidieron alrededor de 500.000 empleados estatales superfluos, y en 2016 se anunció oficialmente la terminación de los despidos.  Ocurrió una expansión del sector no-estatal, pero no suficiente para dar empleo a los  desocupados: el cuentapropismo creció de 147.000 a 567,000 entre 2010 y 2017, mientras que los usufructuarios llegaron a 174.000 y los miembros de las CNA a unos 11.000 (no se conoce el número de empleados de los últimos dos grupos, pero no es sustancial), en total no agregaron mucho más de 800.000 nuevos puestos. Por ello queda alrededor de un millón de excedentes. (7). En vez de acelerar el tamaño del sector no estatal, en 2017 se hizo lo opuesto, imponiendo restricciones a su crecimiento. En vista a ello los salarios en el sector estatal siguen a la zaga.

La reducción de las pensiones y la asistencia social es en gran medida el resultado del recorte substancial del gasto social  (pensiones, salud, educación, vivienda y asistencia social). Este alcanzó su cénit en 2007-2008 cuando equivalió a 55,4% del presupuesto estatal y 36,6% del PIB. En 2016 había menguado a 47,1% y 28,1% respectivamente, o sea, un declive de 8,3 puntos porcentuales menos del presupuesto estatal y 8,5 puntos del PIB. El gasto de pensiones también menguó con la reforma de 2008 que aumentó las edades de retiro para ambos sexos en cinco años (de 60 a 65 años para los hombres y de 55 a 60 años a las mujeres), con lo cual atrasó el retiro y mermó el número de nuevos pensionados (el total se ha reducido porque las muertes superan a los nuevos jubilados). Invirtiendo el aumento progresivo de jubilados por decenios y a pesar del agudo proceso de envejecimiento, en 2015 bajó el número de jubilados en 8.358. (8). La disminución del gasto social también afectó a las prestaciones de asistencia social. En este caso ayudadas por la medida explicada de los Lineamientos.

En conclusión, no es posible reducir más los salarios, las pensiones y las prestaciones de asistencia social, por lo que es imprescindible aumentar la producción y la productividad. El único camino es acelerar y profundizar las reformas estructurales (cambiando las restricciones impuestas en 2017),  a fin de obtener los recursos necesarios para implementar políticas salariales y sociales que alivien la situación actual. Este es el reto más serio que enfrentará la nueva dirigencia del país cuando ocurra el cambio generacional el próximo abril.

Carmelo Mesa-Lago, Catedrático Distinguido Emérito de Economía y Estudios Latinoamericanos Universidad de Pittsburg, profesor/investigador visitante en 8 países y conferencista en 39. Autor de 96 libros/monografías y 318 artículos/capítulos de libros publicados en 7 idiomas en 34 países; fundador y editor de Cuban Studies por 18 años. Libros más recientes: Buscando un Modelo Económico en América Latina ¿Mercado, Socialista o Mixto? Chile, Cuba y Costa Rica (Caracas: Nueva Sociedad, 2002); Cuba en la era de Raúl Castro: Reformas económico-sociales y sus efectos (Madrid: Colibrí, 2012); Sistemas de Protección Social en América Latina: Cuba (Santiago: CEPAL, 2012); coautor de Voces del Cambio en el Emergente Sector No Estatal en Cuba, La Habana, Cuba Posible, 2016).

NOTAS

1 CEPAL, Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe, 2017, Santiago (cuadro A-21).

2 El salario estatal se basa sólo en el peso nacional (CUP) y excluye desembolsos en pesos convertibles (CUC) y otros pagos extra, por lo que subestima el monto. Pero la inflación está también subestimada pues se basa sólo en los bienes y servicios en CUP y excluye el CUC.

3 P. Monreal, “El salario en Cuba: los falsos paradigmas y la terca realidad”, Cuba Posible, enero 2016, p.1-16.

4 ONEI, Anuario Estadístico de Cuba 2016, Edición de 2017, La Habana cuadro 7.14.

5 M. Espina Prieto, Políticas de Atención a la Pobreza y la Desigualdad. Examinando el Rol del Estado en la Experiencia Cubana, Buenos Aires, CLACSO-CROP, 2008.

6 C. Mesa-Lago, “El estado actual del bienestar social en Cuba”, Cuba Posible, La Habana, 2017.

7 C. Mesa-Lago, R. Veiga, L. González, S. Vera y A. Pérez-Liñán, Voces del Cambio en el Emergente Sector No Estatal en Cuba, La Habana, Cuba Posible, 2016, 2 Vols.

8 ONEI, Anuario Estadístico, 2016, cuadro 7.14.

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Book Review Essay: THE EMERGING NON-STATE SECTOR IN CUBA’S ECONOMY

Carmelo Mesa-Lago, University of Pittsburgh,

Latin American Research Review, July 2017  https://doi.org/10.25222/larr.2

This essay reviews the following works:

Open for Business: Building the New Cuban Economy. By Richard E. Feinberg. Washington DC: Brookings Institution Press, 2016. Pp. vii + 264. $22.00 cloth. ISBN: 9780815727675.

Miradas a la economía cubana: Análisis del sector no estatal. Edited by Omar Everleny Pérez Villanueva and Ricardo Torres. La Habana: Editorial Caminos, 2015. Pp. 163. $5, paper. ISBN: 9789593031080.

Entrepreneurial Cuba: The Changing Policy Landscape. By Archibald R. M. Ritter and Ted A. Henken. Boulder, CO: First Forum Press, 2015. Pp. xiv + 374. $79.95 cloth. ISBN: 9781626371637.

Retos para la equidad social en el proceso de actualización del modelo económico cubano. Edited by María del Carmen Zavala et al. La Habana: Editorial Ciencias Sociales, 2015. Pp. vi + 362. $20 paper. ISBN: 9789590616105.

Soon after current president of the State Council Raúl Castro took over power in Cuba from his brother Fidel in 2006, he started structural reforms to cope with the serious socioeconomic problems accumulated in the previous forty-five years. Some authors, including a few in this review, argue that Cuba is in transition to a mixed economy. Despite the importance of these changes, however, the official view is that central planning will predominate over the market, and state property over private property.1 A main reform goal was to fire 1.8 million unneeded workers in the state sector, which demanded an expansion of the “non-state sector” (NSS) to provide jobs to those dismissed. The four books I review are commendable additions to the growing literature on the NSS (inside and outside Cuba), as they fill some of its existing gaps, to be identified below.2 A few authors rely on surveys to gather data, but surveys are not easy to take in Cuba; hence the majority used interviews of different size and representativeness, as well as in-depth conversations.

Within the NSS, the most dynamic four groups are self-employed workers (507,342), usufruct farmers (312,296), and members of new nonagricultural and service co-ops, NASCs (only 7,700 so far). Altogether these make up 17 percent of the labor force, out of a total 29 percent in the entire NSS.3 Except for the most recent NASCs, the other three forms were legalized during the severe crisis of the 1990s but did not take off until much later. Selling and buying of private dwellings, banned in 1960 and reauthorized in 2011, involve at least 200,000 transactions but still only 5 percent of the total housing stock. The books reviewed in this essay mainly concentrate on self-employment and to a much lesser extent on NASCs.

The main gaps treated by the books are the NSS’s history; size and personal profiles; relations with the state; progress achieved and obstacles faced; the role of variables—age, gender (most treated), race, educa­tion, and location—on growing inequalities; particular issues such as access to raw materials, capital and credit, competition, and taxes; and NSS perspectives. This review discusses the data, method, and evidence that each researcher uses and the major issues and findings, arguing that the size of the NSS remains questionable.

In Entrepreneurial Cuba, Archibald Ritter and Ted Henken combine their economic and sociological exper­tise to produce an encyclopedic, balanced, and laudable volume on the development of the NSS in Cuba. Targeted on self-employment and, to a lesser extent, on NASCs, the book also tackles broader topics like the “underground” economy. It starts with an examination of small enterprises in general, internationally, and its lessons for Cuba. Based on historical and comparative approaches, Ritter and Henken discuss the evolution of self-employment throughout Cuban contemporary history. In the socialist period, they com­pare Cuban policies with those of the USSR and Eastern Europe; furthermore they contrast Fidel’s hostility to the NSS (except for reluctant support in times of economic crisis) with Raúl’s more pragmatic and posi­tive style, which does not exempt the sector from tight controls, restrictions, and taxes. Largely based on my cycles approach,4 the history of self-employment under socialism is divided in three periods (each one covered in a chapter): 1959–1990, trajectories and strategic shifts; 1990–2006, the “Special Period”; and 2006–2014, Raúl’s reforms.

Ritter and Henken conclude that the NSS has grown and achieved substantial progress: for instance, increase in authorized activities and licenses, broadened legal markets, deduction of part of the expenses for tax purposes, micro credits and banking facilities, and rental of state facilities. Conversely they identify limi­tations, like narrow definition of legal activities, exclusion of most professional and high-tech occupations, multiple taxes and taxation at a high level, lack of wholesale markets, bureaucratic resistance, obstacles to hiring employees, and discrimination in favor of foreign firms. They provide suggestions to overcome these problems. Lack of space impedes a more profound treatment of this book, the most comprehensive and profound on self-employment so far. The structure of the book, combining historical stages and current analysis of self-employment and NASC, however, is somewhat complex and leads to a certain overlapping.

Ritter and Henken rely on three series of interviews conducted in Cuba with sixty self-employed workers in 1999–2001, half of them re-interviewed in follow-up visits in 2002 and 2009 and, finally, some revisited in April 2011 to evaluate the impact of Raúl’s reforms. The authors select the three most dynamic, lucrative, and sizeable private activities: small restaurants (paladares), taxis, and lodging. They asked their informants about three issues: (1) ambitions and expectations for the future (whether they expected to become true small- and medium-sized enterprises—SME—in the long run); (2) survival strategies in negotiating with the state (how they responded to the government regulations, licenses, and taxes); and (3) distinctions between licensed and clandestine self-employed workers.

Accompanying abundant evidence, deep analysis, statistical tables, synoptic charts, figures, and useful appendices (including a list of the 201 authorized activities for the self-employed and a timetable of the evo­lution of NSS in 1959–2014), the authors intersperse vignettes that allow the reader to better understand the daily life of the self-employed. Occasional jewels in the book brighten our knowledge, such as uncover­ing in fascinating detail the bureaucratic shutdown of El Cabildo, which was the most prosperous private, medium-sized business in Cuba.

Miradas a la economía cubana, a collection edited by well-known Cuban economists Omar Everleny Pérez Villanueva and Ricardo Torres, includes twelve essays that offer a first-rate sample of scholarship on the NSS at the Center for the Study of the Cuban Economy, the best economic think tank in Cuba. The anthology, an excellent complement to the Ritter and Henken book, includes self-employment and NASCs. In the prologue, Juan Valdés Pérez notes that “the new economic model in Cuba is moving [transita] toward a mixed economy, based on a public sector, a mix-capital sector, and a private sector, mostly SME” (14). Most contributors to the volume propose reasonable policies to help the consolidation and further expansion of the NSS.

In the opening chapter, Torres discusses the role of the private sector in a centrally planned economy such as Cuba, which generates an intrinsic conflict. Despite NSS advances, the government still sees it as a supplement to the state sector and imposes clear limits. Hence the NSS role is and will continue to be very minor, if currents trends hold. An important point, among many discussed by Torres, is that its productivity is low, despite the very highly educated labor force (ranked at the top of Latin America), and shows a declin­ing trend due to the low skills of the activities approved. He ends by suggesting, “In a scenario [Cuba] where public enterprises are predominant and mostly inefficient, wealth is not socialized and man is not liberated from alienation, just the opposite” (25). Torres believes that the solution to all existing problems is neither privatization of all public assets nor to insist on old formulas overcome by time, and urges a serious national social debate on these issues.

Pérez Villanueva analyzes and defines self-employment and SME, tracing their evolution and identifying needs such as autonomy, a wholesale market with competitive prices, facilitation of payments through the national banks, and use of highly skilled personnel; he also notes adverse effects like social inequalities (see Zavala et al., below). At the end of his chapter, he asserts that “the Cuban SME would be more viable than the actualization of our economic model and contribute more positive results, providing that the government understands its role and potential” (35).

Camila Piñeiro provides the most comprehensive and deep analysis of NASCs so far. These cooperatives grew 74 percent, from 198 to 345, in 2013–2014, but their tempo slowed to 6 percent in 2015.5 Based on diagnosis and audits done on sixty NASCs in 2014, Piñeiro identifies their achievements (increase in income and motivation, improvement in the locale and working conditions) and problems (complex and delayed creation, insufficient training, and lack of a wholesale market). The most successful NASCs are those cre­ated by the voluntary initiative of a group of persons that share the same goals and values (23 percent of all NASCs), and the least successful are those coming from former state enterprises, without negotiating with their workers so that they accept what is decided from above (77 percent).

Mariuska Sarduy, Saira Pons, and Maday Traba analyze tax evasion and underdeclaration of income among self-employed owners. They report that evasion was 12 percent of total fiscal revenue and 60 percent of registered self-employed contributors in 2013–2014. They carried out 300 interviews with self-employed workers in Havana in 2014 and found that 55 percent omitted income in their declaration for the follow­ing reasons: 95 percent due to very high taxes; 77 percent blamed the complex procedure to pay taxes; 80 percent knew that evasion or underdeclaration are toughly penalized crimes, but half believed that they were necessary to survive, and 20 percent thought that it was improbable that fiscal authorities would catch them.

Expanding her substantial work on geographic inequalities, Luisa Íñiguez uses the 2012 population census to explore the distribution of NSS enterprises in Cuban provinces and municipalities and shows their differences and contribution to social inequalities. She develops various maps of the island, displaying the location of total NSS enterprises, as well as key components such as the self-employed, usufruct farmers, and small private farmers. In addition, she calculates percentages of components of the NSS relative to the employed labor force. The NSS developed much further after 2012, but her work remains valuable and sets a solid foundation for future study.

The role of women in microenterprises is examined by Ileana Díaz and Dayma Echevarría, relying on data from the 2012 population census and Ministry of Labor and Social Security in 2013, and a survey of thirty-five self-employed owners in Havana circa 2014 (63 percent women and 37 percent men). Among other gender inequalities, they find that women are more hurt than men by the lack of a state policy to foster microenterprises, and by poor access to credit as well as to legal and accounting advice. Interviewees answered key questions with a fair consensus: 50 percent noted unfair competition from state and mixed enterprises; most preferred to work as self-employed instead of for the state; public or private financing was judged insufficient; elementary-secondary school didn’t help in their activity but university did; and they noted poor access to wholesale markets, telecommunications, and vanguard technology. Virtually all inter­viewees, but a sizably lower percentage of women than men, said that their success was more than expected. Both genders agreed on the major obstacles: limited demand, excessive state bureaucracy and regulations, too much competition, absence of a wholesale market, and difficulties to get inputs.

Retos para la equidad social, edited by Maria del Carmen Zavala et al., contains twenty contributions, all but one authored by women, focused on socioeconomic inequality under Raúl’s structural reforms. Three chapters of the book deal with expanding inequalities among the self-employed by age, gender, race, educa­tion, and location, and also with their motivation, satisfaction, competition, capital access, obstacles faced, and views of the future.

The best chapter in the collection, by Daybel Pañellas, Jorge Torralbas, and Claudia Caballero, relies on a survey taken between October 2013 and March 2014 among 419 persons self-employed in fifty-seven activities and located in three districts of Old Havana. They find that age, gender, education, and location are important factors in the quality of occupation, access to capital, and earnings of the self-employed. In the sample, 76 percent worked by themselves, without employees; 13 percent were employers and 11 percent employees; 64 percent were men and 36 percent women; 48 percent were white and 52 percent nonwhite; 54 percent were middle-aged adults, 30 percent young people, and 15 percent elderly; 54 percent had precollege or university education, 31 percent had a low level of education, and 15 percent had a technical education (a highly trained labor force and NSS, also noted by Torres). Not only are women underrepresented, but their activities reproduced their roles in domestic life, such as work in cafeterias, food preparation, manicure, makeup, and as seamstresses. While women rented rooms mostly in national pesos (CUP), men rented rooms in the more advantageous convertible pesos (CUC = 24 CUP). Combining education, race, and gender, the best-educated white males had better occupations than the lowest trained nonwhite females (e.g., computer programing vis-à-vis seamstress). The self-employed were mainly attracted by these features of self-employment (not exclusive categories): better income (80 percent), easier labor journey (20 percent), and being their own bosses (15 percent). Their level of sat­isfaction ranged from so-so (53 percent), to good/very good (38 percent), to bad/very bad (9 percent)—the higher the educational level the more occupational satisfaction.6 Success in competition was attributed to the quality of product or service (56 percent), business location (24 percent), and low prices (14 percent). Access to capital was mostly by employers that receive remittances, are white, and have higher or mid­dle education, ample social networks, and good locations; conversely, investment is minimal among low-educated nonwhites. Obstacles encountered by the self-employed were lack of access to raw materials (49 percent), heavy taxes (44 percent), lack of financing (35 percent), state control and inspections (33 percent), and legal procedures (23 percent). These proportions varied in the three districts and were influenced by gender, race, and type of activity; for example, controls and inspections were mostly mentioned by workers with low education, nonwhites, and women. On their perceptions for the future, 81 percent believed that the self-employed would prosper—especially if the mentality of the state and the self-employed changes— and 10 percent didn’t think so.

Geydis Fundora expands on the growing inequalities enumerated above, based on a study of fifty-two self-employed residents of Havana Province in 2010–2013, reaching similar conclusions. Out of the 201 activities approved, 65 percent have a male profile; paladar owners mostly hire women because of their sex appeal to clients and because the work is similar to that done at home; other activities are in practice barred to the “weak sex.” Men tend to be employers and women employees, thus resulting in lower decision making and income for women. The elderly are disadvantaged because most activities require physical strength; most young people are hired as employees and in less specialized activities. There is no political will to gather statistics on race, but whites predominate over blacks and mulattoes, opposite to what Pañellas, Torralbas, and Caballero found; nonwhites have less access to capital and hence to success and higher earnings. Those that have a high initial capital—coming from savings, remittances, or hidden foreign investment—enjoy an advantage over the rest not only to establish the business but also to buy inputs, pay taxes, and bribe inspec­tors. Location in more attractive and populous zones are keys to success.

Magela Romero targets self-employed women engaged on infant care, a most-needed occupation to increase female participation in the employed labor force, which was 37 percent of the total in 2015;7 the low proportion is an outcome of resilient traditional gender roles at home and work. Based on eighteen cases in the town of Cojímar (in Havana) in 2013, the study found that all those self-employed in infant care were women, and half of them had previously been informal domestic employees. All said that their main attraction was a higher income, but all also complained of exhausting work and high responsibility with a monthly salary of 200 CUP per infant, with a maximum of five infants, equal to US$40, still three times the mean average salary in the state sector.

Open for Business by Richard E. Feinberg deals mainly with the economic events following the process of normalization between the United States and Cuba that started at the end of 2014, preceded by a summary of the previous state of the Cuban economy and Raúl’s reforms. Feinberg believes that the emerging NSS “offers the best hope for a more dynamic and efficient Cuban economy, especially if it is permitted to partner with foreign investment and with more efficient state-owned enterprises” (132). One chapter on emerging entrepreneurs is based on a monograph he published in 2013, which at that time provided substantial data and analysis on self-employment, preceding the other three books reviewed herein.8 One graph and one table are updated to mid-2015, but most of the text remains unchanged. The author and an assistant had in-depth conversations with twenty-five microentrepreneurs between March 2012 and April 2013, emphasiz­ing financial issues (averages of time open, number of employees, starting capital, and use of domestic and foreign capital). Interesting profiles of self-employed activities are given on paladares, cafeterias and cater­ing, bed and breakfasts, accounting, a shop selling handicrafts to tourists, building construction and house remodeling, electronic repairs, and renting of 1950s cars; from such profiles he extracts useful lessons.9 A stimulating innovation is the selection of twelve young Cuban “millennials” (aged 20–35), one of them the owner of a cafeteria, for appealing interviews based on ten questions.

Feinberg envisages four stages of capital accumulation of microbusinesses: primitive household accumu­lation, early-mover super-profits, growth and diversification, and strategic alliances with state enterprises and with foreign investors (not yet authorized). Like the other authors whose books I review here, he stresses the progress and achievements of self-employment, perhaps more so than other authors. But he also pin­points the many constraints the self-employed face: poor banking and meager credit, serious scarcity of inputs of all sorts (as a visible exception he gives the wholesale market “El Trigal,” temporarily closed in May 2016), shortage of commercial rental space, a very challenging business climate, and government restric­tions including persecution by government inspectors and heavy fines, as well as constraints on capital accumulation and business growth. He provides his own recommendations to alleviate these problems.

One fundamental question left unanswered is the size of the NSS. Unfortunately, there are no official data on the NSS, complete and disaggregated by components. Neither Ritter and Henken nor most Cuban authors provide such a figure (Torres estimates it as 27 percent of the labor force; p. 21). The only elaborated calculation in the four books is Feinberg’s, who states that “altogether, as many as 2 million enterprising Cubans—40 percent of total employment—and possibly even more can be counted within the private sector” and predicts that “in the next three to five years, total private employment could reach 45 to 50 percent of the active labor force” (Feinberg, 132, 139; emphasis added); this exceeds by 10 percentage points Torres’s middle-term estimate of 35 to 40 percent (24).

Feinberg overestimates the NSS’s size. First, an important semantic and substantive issue is that not all NSS participants are private, only most self-employed workers and their employees as well as small private farmers are. Usufruct farmers, NASCs, and other cooperatives’ members do not own their land or buildings; these belong to the state, which leases them to the workers. Second, several figures in Feinberg’s estimates are either questionable or not supported by specific sources; the main query is what he labels “other private activities (estimated),” such as full-time unregistered self-employment and partial self-employment done by state-sector employees, which add up to between 185,000 and 1,185,000, based on guesstimates (while it is true that some government employees work part-time as self-employed workers, it is impossible to know for how many hours, which makes it difficult to estimate average full days of work). Third is the inclusion of 353,000 members of credit and service cooperatives (CCS), because that number exceeds by 65 percent the total number of all co-op members in 2015, including agricultural production (UBPCs, Basic Units of Agricultural Production, and CPAs, Agricultural Production Co-ops), CCSs (Credit and Services Co-ops) and NASCs.10 Furthermore, many private and usufruct farmers are also members of CCSs, thus they are counted twice. Fourth, the category of “land lease farmers” (172,000) is confusing; on the one hand Feinberg does not specifically include usufruct farmers (312,296), and on the other hand the official data on land leasers (arrendatarios) is only 2,843.11 Fifth, employees of self-employed workers are counted since 2011 in the total number of the self-employed, mixed with owners, and we have shown that there is a double counting in the overall figure. In any case, the official statistics on the total NSS share in the employed labor force expanded from 17 percent in 2008, when Raúl officially became president, to 29 percent in 2015.12 In conclusion, there is no doubt that the NSS is important and growing, but certainly not as much as Feinberg estimates.

In summary, the most studied NSS group is the self-employed; NASCs are briefly discussed by Ritter and Henkel and in Piñeiro’s chapter in Zavala et al. Largely excluded from the discussion are usufruct farmers, and totally omitted is the selling/buying of private homes. The historical approach is followed most inten­sively by Ritter and Henken, although several Cuban authors provide summaries of the evolution in their respective topics. The preferred methodology is interviews or conversations combined with research. There is a consensus that the NSS (mostly self-employment) has been successful despite considerable obstacles. We lack a reliable estimate of the NSS’s size.

Missing in the four volumes is an evaluation of the NSS’s macroeconomic effects.13 Ritter and Henken refer to some results of self-employment, such as job creation, noting the nonfulfillment of the official target of dismissing more than one million unneeded state employees. None of the books discuss the impact of usufruct farming on agricultural output, where NASC members are still minute and their impact is even more difficult to assess. It is true that the scarcity of available data hinder the task, but still some estimation could have been done on the NSS’s effect on produce sales, fiscal revenue, and GDP.14

Feinberg and Ritter and Henken are the only authors who explore the future of the NSS. Feinberg provides three broad overall scenarios, which are thought-provoking but touch little on the NSS: (1) “inertia” with little change, without citing potential precedents and projecting self-employment to 750,000, 48 percent higher than the March 2016 official figure of 507,342; (2) “botched transition and decay,” the most pessimistic, similar to former states of the USSR, but with self-employment expanding to 1 million, twice its 2016 size, as some restraints are removed; and (3) “soft landing” in 2030, the most optimistic, under market socialism as in Vietnam, where self-employment really takes off and reaches 2 million employees and 40 percent of the labor force—this is somewhat confusing because he refers to the private sector and had previously predicted, for the entire NSS, 45 to 50 percent in 2019–2021 (203–222).

Ritter and Henken offer three possible alternative routes for the NSS, without predicting its size: (1) reversal to Fidel’s hostile approach, which they judge very improbable because it is totally unfeasible and discredited (“unlikely to be reversed” for Feinberg, 131); (2) stabilization of Raúl’s current (2014) and cautious reform package to self-employment and NASCs, which would remain in place for the rest of his presidency, but with a significant expansion of both and the potential of creating a “mixed cooperative market economy”; and (3) acceleration of the reform and rebalancing among public, private, and cooperative sectors, with medium and large private enterprises advancing at the expense of co-ops and smaller private enterprises; the viabil­ity of this scenario, they say, could be helped by a “serious relaxation of US policy toward Cuba” that could “encourage the Cuban government pro-market openings” (311).

Cuba is always unpredictable, and none of the three scenarios by the above authors completely fit the situ­ation in August 31, 2016, when this review essay was finished. Ritter and Henken’s book was concluded in October 2014, thus this reviewer has the unfair advantage of almost two years that have brought significant changes, such as the evolution of US-Cuba rapprochement in 2014–2016 and the Seventh Congress of the Communist Party held in April 2016.15 In light of those events, their first and third alternatives are implau­sible, at least in the medium and long run; the second might be conceivable if the emphasis is placed on “stability” instead of significant expansion. By August 2016, however, rapprochement, rather than helping the reforms, appeared to have the opposite effect due to dread in the leadership caused by Obama’s visit and it effects, reflected in the results of the Seventh Party Congress. The number of self-employed workers peaked at 504,613 in May 2015, declined to 496,400 in December, and climbed again to 507,342 in March 2016, an increase of 0.7 percent in ten months, substantially lower that the expansion rate in 2014 and 2015 (14 and 3 percent, respectively). Furthermore, at the Congress, Raúl warned that although NSS forms are not antisocialist, “powerful external forces” try to “empower” them as agents of change, and could risk further “concentration of wealth and property” (the latter was not among the agreements of the Sixth Congress in 2011), making it necessary to impose “well-defined limits” on them.16 The Seventh Congress also recom­mended to halt the creation of new NASCs because of their deficiencies, and to concentrate on the existing ones instead.17 Finally, the only existing wholesale market was temporarily closed in May 2016. Feinberg’s book ended in early 2016, much later than Ritter and Henken’s, but his scenarios and predictions don’t cor­relate well with the facts explained above: “inertia” looks optimistic and even more so “decay”—both appear to be short- or middle-term effects—whereas the 2030 “soft landing” would require the drastic changes detailed by him, which are difficult to visualize now.

1 These basic principles of the reforms were set in the Sixth Communist Party Congress of 2011 and ratified in the Seventh Congress of 2016.

2 The pioneer book in the field is Jorge F. Pérez-López, Cuba’s Second Economy: From Behind the Scenes to Center Stage (New Brunswick: Transaction Publishers, 1995).

3 Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), Anuario Estadístico de Cuba 2015 (La Habana, 2016).

4 Carmelo Mesa-Lago, Market, Socialist, and Mixed Economies: Comparative Policy and Performance; Chile, Cuba, and Costa Rica (Baltimore: John Hopkins University Press, 2000).

5 ONEI, Anuario Estadístico de Cuba 2015.

6 A series of interviews conducted by five authors in 2014–2015, in a much wider part of Havana City, agreed with the predominance of men over women, the highest participation of middle-aged adults, and the important role of education, but found a prevalence of whites and a higher level of satisfaction. Carmelo Mesa-Lago et al., Voces de cambio en el sector no estatal cubano: Cuentapropis­tas, usufructuarios, socios de cooperativas y compraventa de viviendas (Madrid: Editorial Iberoamericana Vervuert, 2016).

7 ONEI, Anuario Estadístico de Cuba 2015.

8 Richard E. Feinberg, Soft Landing in Cuba? Emerging Entrepreneurs and Middle Classes (Washington, DC: Brookings Institution, 2013).

9 These cases are more varied than those discussed by Ritter and Henken, but the latter provided the most comprehensive and profound analysis of paladares.

10 ONEI, Anuario Estadístico de Cuba 2015.

11 ONEI, Anuario Estadístico de Cuba 2014 (La Habana, 2015).

12 Mesa-Lago et al., Voces de cambio en el sector no estatal cubano; ONEI, Anuario Estadístico de Cuba 2015.

13 Valdés notes in the prologue to Pérez Villanueva and Torres’s book the absence of a macroeconomic essay to place all NSS forms in the proper context.

14 The percentage of GDP generated only by self-employment has been estimated as 5 percent by Saira Pons, Tax Law Dilemmas for Self-Employed Workers (La Habana, CEEE), but by 12 percent by Torres (in Pérez Villanueva and Torres, p. 24), a significant gap. For an assessment of some NSS effects see Mesa-Lago et al., Voces de cambio en el sector no estatal cubano.

15 After this essay was finished, the guidelines (lineamientos) for 2016–2021 were published; a rapid browse indicates no significant changes from the guidelines of 2011.

16 Raúl Castro Ruz, “Informe central al Séptimo Congreso del Partido Comunista de Cuba,” Granma, April 17, 2016 (emphasis added), 1–3. Mauricio Murillo mentioned, as examples of the limits to be imposed, the establishment of limits on the number of hectares that somebody may have (“Intervención en el VII Período Ordinario de la Asamblea Nacional,” Granma, July 9, 2016).

17 Carmelo Mesa-Lago, “El lento avance de la reforma en Cuba,” Política Exterior 30, no. 171 (2016): 94–104.155

 

 

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EL LEGADO DE FIDEL: BALANCE ECONÓMICO SOCIAL EN 2016

A fin de enmendar el legado de Fidel, a Raúl le queda poco más de un año para acelerar y profundizar sus reformas estructurales.

Fidel Surveying Havana from the Cabana Fortress

Por Carmelo Mesa Lago, Nueva Sociedad, Enero 2017

Original Article: El legado de Fidel: balance económico social en 2016

Con motivo del deceso de Fidel Castro, los medios de comunicación mundiales han ensalzado su legado de soberanía política interna y su rol internacionalista, así como las notables mejoras en la educación y la salud, aunque el juicio es usualmente adverso en cuanto a la economía. En una previa publicación hice un balance económico social de medio siglo de Fidel en el poder (1959-2008) usando 87 indicadores que demostraban que el desempeño económico fue generalmente negativo y el social mezclado alcanzando una cima en 1989 y un deterioro después.1 Aquí se evalúa la situación entre 1989 y 2016, poniendo énfasis en la última década. También se evalúa si las reformas estructurales de Raúl en el último decenio han logrado dar un impulso a la economía y al bienestar social en la Isla

Entre 1960 y 1990 Cuba recibió US$65.000 millones de la URSS, dos tercios de los cuales no era reembolsable; esta ayuda fue superior a la recibida por toda América Latina durante la Alianza para el Progreso. Tras la desaparición del socialismo soviético (el «Período Especial») ocurrió un marcado declive en todos los indicadores económicos y sociales, seguido de cierta recuperación especialmente a comienzos del siglo XXI por la substancial ayuda económica de Venezuela, la cual equivalió al 21% del PIB de Cuba en 20102.He sugerido que a fin de mejorar el pobrísimo desempeño económico es primordial avanzar en las reformas estructurales de Raúl, mientras que los benéficos pero costosos servicios sociales deben hacerse sostenibles financieramente a largo plazo.

En múltiples publicaciones he analizado las reformas estructurales implementadas por Raúl entre 2007/08 y 2016, concluyendo que son las más importantes bajo la revolución, intentan resolver los problemas heredados de Fidel y están bien encaminadas, pero son excesivamente lentas, enfrentan severas trabas, altos impuestos y desincentivos, por cuyas razones no han logrado hasta ahora un impacto palpable en la economía y en los servicios sociales; de hecho ha ocurrido un retroceso en algunas reformas3. La grave crisis económica en la República Bolivariana ha contribuido a esos problemas.

La tasa de crecimiento económico cubana que fue de 12% en 2006, en buena medida por el apoyo económico venezolano, ha exhibido desde entonces una tendencia declinante: 4,4% en 2015 y -0,9% en 2016,4 un quinto de la meta inicial fijada a fines de 2015. La formación bruta de capital promedió 13% anual en 2008-2015, la mitad del requerido 25% para un crecimiento económico sostenido. El índice de producción industrial en 2015 estaba 38% por debajo de 1989; la caída fue más acentuada en fertilizantes (95%), azúcar (80%), cemento (60%), acero (29%) y textiles (25%); por lo contrario, la producción de petróleo, gas natural, electricidad y níquel era superior (pero la última 26% menor que en 2008). Similar declive se observa en la agricultura: cítricos (88%), pesca (70%), leche de vaca (56%), tabaco en rama (42%), arroz (22%), cabezas de ganado (18%) y huevos (13%); sólo eran mayores las hortalizas y los tubérculos. Las estadísticas del sector externo en 2015, comparadas con las 2014, indican una agudización de la crisis: las exportaciones de mercancías cayeron 31%, las exportaciones de servicios profesionales (primer ingreso en divisas de Cuba y vendidos mayormente a Venezuela) mermaron 18%, y el excedente entre el saldo positivo de servicios menos el saldo negativo de mercancías menguó 47%5. Si esto ocurrió cuando la economía creció 4,4%, el deterioro debe haber sido mayor en 2016 con la contracción. Cuba atraviesa la peor crisis desde los años 90.

Las reformas estructurales han tenido efectos adversos en los indicadores sociales. Entre 2008 y 2015, con el fin de recortar el insostenible costo social, la asignación a servicios sociales (educación, salud, pensiones, vivienda, asistencia social) decreció de 55% a 47% del presupuesto y de 37% al 28% del PIB. El salario medio estatal ajustado a la inflación en 2008 era 25% del nivel de 1989 y, aunque aumentó a 38% en 2015, el poder adquisitivo era 62% inferior a 19896. La pensión media en 2008-2015 era la mitad que en 1989. Todos los hospitales rurales y postas urbanas y rurales se cerraron en 2011; entre 2008-2015, el número de hospitales decreció 30%, el personal de salud total menguó 22%, los médicos de familia que proveen la atención primaria se redujeron en 65%, por otra parte el número de médicos creció en 15% (aunque parte está en el extranjero), la mortalidad infantil continuó bajando de 4,7 a 4,3 por mil nacidos vivos, y la tasa de mortalidad materna mermó de 46,5 a 41,6 por 100.000 nacimientos (pero aún mayor que 29,2 en 1989). La matrícula universitaria decreció de 743.979 a 165.926 (78%) entre los cursos 2007/08 y 2015/16. La construcción de viviendas declinó de 44.775 a 23.003 entre 2008 y 2015 y por 1.000 habitantes cayó de 4,0 a 2,0. La asignación a la asistencia social disminuyó de 2,1% del presupuesto a 0,4% y como porcentaje de la población de 5,2% a 1,6%7. La tasa de desempleo declarado que llegó a un mínimo de 1,6% en 2008, creció a 3,5% en 2012 por causa del programa de despedido de 1,8 millones de empleados estatales innecesarios, pero sólo medio millón fue despedido y la tasa disminuyó a 2,4% en 20158. Cuba nunca ha publicado estadísticas sobre distribución del ingreso, pero otros indicadores sugieren que se colocaba a la cabeza de la región en igualdad; las reformas han cambiado diametralmente la situación, debido a un grupo no estatal con altos ingresos y la caída en el salario estata9.

Un importante avance ha sido la condonación o reducción de la mayor parte de la deuda externa por los acreedores; Cuba comenzó a pagar la deuda restante en octubre de 2016 y se ignora si podrá continuar haciéndolo. El aspecto más brillante es el turismo. La normalización de relaciones con los EEUU y las órdenes ejecutivas de Obama, virtualmente han abierto la puerta a los visitantes norteamericanos que saltaron de 95.254 en 2004 a 161.233 en 2015 y a cerca de 200.000 en 2016; además todos los otros principales emisores han crecido, por lo cual el total de visitantes subió 17% en 2015 y alcanzó 4 millones en 2016; así mismo, los ingresos brutos por turismo crecieron 11% en 2015 y se proyecta que alcanzarán los US$4.000 millones en 2016.

En el balance, los factores adversos sobrepasan con creces a los favorables y 2017 será muy tenso. A fin de enmendar el legado de Fidel, a Raúl le queda poco más de un año para acelerar y profundizar sus reformas estructurales. Si Trump revierte las medidas de Obama y no avanzan las reformas, la crisis se agravará en Cuba.

The Cross-harbour Ferry from the Steps of the Russian Orthodox Church

  1. C. Mesa-Lago: Cuba en la era de Raúl Castro: Reformas económico-sociales y sus efectos, Colibrí, Madrid, 2012.
  2. C. Mesa-Lago: «Institutional Changes in Cuba’s Economic and Social Reforms» en R. Feinberg y T. Piccone (comps.): Cuba Economic Change in Comparative Perspective, Brookings Institution / Universidad de La Habana, Washington, DC, 2014, pp. 49-69; «El lento avance de la reforma” en Política ExteriorNº 171, 5-6/2016, pp. 94-104; y con R.Veiga, L. González, S. Vera y A. Pérez-Liñán: Voces de cambio en el sector estatal cubano, Iberoamericana, Madrid, 2016.
  3. Raúl Castro Ruz, Discurso en la clausura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Granma, 28 diciembre 2016, p.3.
  4. Cálculos del autor basados en Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI): Anuario estadístico de Cuba 2015, La Habana, 2016; datod de 1989, del Comité Estatal de Estadística: Anuario Estadístico de Cuba 1989, La Habana, 1991.
  5. La CEPAL, Balance preliminar de las economías de América Latina y el Caribe 2016, Santiago de Chile, diciembre 2016, cuadro 4.4, estima un crecimiento de 43% en el salario medio real, el mayor en la región, pero con base en el año 2010 cuando estaba 27% por debajo del nivel de 1989
  6. Cálculos del autor basados en ONEI: Anuario Estadístico de Cuba 2008, La Habana, 2009, y cit.
  7. Basado en C. Mesa-Lago: «El desempleo en Cuba: de oculto a visible” en Espacio LaicalNº 4, 2010, pp. 59-66, y ONEI: Anuario 2015, cit.

8. C. Mesa Lago: «La desigualdad del ingreso y la experiencia de América Latina” en Temas Nº 84, 10-12/2015, pp. 35-43

A Few of Cuba’s Amazingly Talented Musicians

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VOCES DE CAMBIO EN EL SECTOR NO ESTATAL CUBANO. Cuentapropistas, usufructuarios, socios de cooperativas y compraventa de viviendas.

Mesa-Lago, Carmelo (coord.) Veiga González, Roberto; González Mederos, Lenier; Vera Rojas, Sofía; Pérez-Liñán, Aníbal

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Septiembre de 2016

See: VOCES DE CAMBIO

Más de un millón de personas, casi un tercio de la fuerza laboral cubana, está en el “sector no estatal” de la economía: trabajadores autónomos, usufructuarios de la tierra, miembros de nuevas cooperativas, compradores y vendedores de viviendas privadas y otros grupos. Aunque se trata de la reforma estructural más importante de Raúl Castro, que conlleva una reducción gradual del sector estatal, poco concreto se sabe sobre las características (edad, género, raza y educación), condiciones económico-sociales y aspiraciones del emergente sector no estatal.

Basado en 80 entrevistas intensivas hechas en Cuba entre 2014 y 2015, el libro recoge las voces del sector: hablan sobre su nivel de satisfacción con lo que hacen y ganan, sobre empleados contratados y formas de pago, ganancias y su distribución entre inversión y consumo, planes de expansión de los micronegocios, recibo de remesas externas y microcréditos, competencia y publicidad, y pago de impuestos.

La parte crucial es la que detalla las voces sobre los principales problemas que enfrentan los cuentapropistas y sus deseos de mejora o cambio.

Dice un trabajador autónomo: “Debe haber rienda suelta a toda esta fértil imaginación que estamos demostrando los cubanos, que se realice sin trabas, de manera libre, que el gobierno permita que esto fluya, no lo dificulte y controle sólo lo que debe controlar”.

COORDINADORES

Coordinado por Carmelo Mesa-Lago, Catedrático Distinguido de Economía y Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Pittsburgh. Es autor o editor de 93 libros y 300 artículos/capítulos en libros sobre economía de la seguridad social en América Latina, la economía cubana y sistemas económicos comparados, traducidos a 7 idiomas y publicados en 34 países. Ha recibido los premios Arthur Whitaker (1982), Hoover Institution (1986) y Alexander Von Humbolt Stiftung (1991, 2002).

El libro cuenta con la colaboración de Roberto Veiga González y Lenier González Mederos, cubanos residentes en la Isla que realizaron las entrevistas; la de Sofía Vera Rojas y Aníbal Pérez-Liñán que llevaron a cabo las tabulaciones y su análisis.

Iberoamericana Editorial Vervuert, S.L.U.

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Carmelo Mesa-Lago ¿UN PASO ADELANTE O HACIA ATRÁS?

El VII Congreso del Partido Comunista de Cuba no ha impulsado la apertura esperada tras la visita de Obama a la isla. Raúl Castro ha apostado por la continuidad y sembrado dudas sobre la mejora económica y el bienestar ciudadano

Carmelo Mesa-Lago

EL PAÍS, 21 ABR 2016 – 18:00 EDT

Contrariamente a lo que se esperaba, el recién concluido VII Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) básicamente ha mantenido el statu quo. Hubo escasísima información y ningún debate antes del evento; unos 4.700 conocían los proyectos, 0,7% de los miembros del partido. En el Congreso hubo 8.800 propuestas.

En contraste, el debate de los “Lineamientos” antes del VI Congreso en 2011 envolvió a 8,9 millones de participantes con tres millones de propuestas. Se alegó que el VII Congreso era un seguimiento del anterior y no requería otra discusión masiva aunque solo se han implementado 21% de los 313 “Lineamientos”.

Un avance fue el rejuvenecimiento del Comité Central: de sus 142 miembros, más del 66% nació después de 1959; los 55 nuevos miembros del Comité son todos menores de 60 años, así como

Tres mujeres y dos afrocubanos fueron incorporados al Buró. Aun así, solo 23% de sus miembros son mujeres —la mitad de la población— y 29% son afrocubanos que constituyen el 36%. Empero, en el Comité Central la participación femenina creció hasta el 44% y la de los afrocubanos al 36%.

Raúl Castro recomendó que la fecha tope de ingreso al Comité Central sea de 60 años y de 70 para cargos en el PCC, medida que debe ser debatida y ratificada antes del próximo Congreso en 2021, tres años después de jubilarse Raúl. Este afirmó: “En el 2018 concluirá mi segundo mandato consecutivo como presidente de los Consejos de Estado y de Ministros y cederé estas responsabilidades a quien sea elegido”.

El sector estatal mermó de 81% a 71% en el periodo 2010-2015, mientras que el sector privado y cooperativo se expandió. Raúl enfatizó que estas formas no son anti-socialistas ni implican una vuelta al capitalismo, pero apuntó “corrupción e ilegalidades, evasión de tributos y ejercicio ilegal de actividades no permitidas”, con el riesgo que concentren la propiedad y la riqueza, por lo que habrá que imponerles “límites bien definidos”.

Según Raúl Castro, las fuerzas de la oferta y la demanda no están reñidas con la planificación central; ambas pueden convivir como en las exitosas reformas de China y Vietnam, aunque Cuba las llama “actualización” porque no cambiará “el objetivo fundamental de la Revolución”.

Al ritmo de implementación de los Lineamientos en el pasado lustro, costará 23 años implantar el resto. El Plan de Desarrollo hasta 2030 no se terminó y se acordó posponerlo a 2017. Tras ocho versiones de la “conceptualización del modelo económico”, el Congreso preparó una propuesta para ser consultada por la militancia del Partido y de la Unión de Jóvenes Comunistas con un plazo que se extiende hasta 2021. La unidad de la doble moneda, debatida durante cinco años, sigue pendiente. “No quedará para las calendas griegas”, dijo Raúl. En los dos años de la Zona de Mariel ha habido 400 proyectos de inversión, solo se han aceptado 11; a ese ritmo costará 72 años aprobar el resto.

Los más altos dirigentes del Buró (la mayoría octogenaria o septuagenaria) se afincan en sus puestos y posponen su renovación. Reelegidos son: Raúl (84) primer secretario, lo que permite su continuidad hasta 2021; Machado Ventura (85), uno de los ortodoxos más fuertes, segundo secretario; Esteban Lazo (72), Salvador Valdés (70) y Leopoldo Frías (74). Miguel Díaz-Canel, Bruno Rodríguez y Marino Murillo, que tienen 55-56 años, ya estaban en esos puestos.

El partido único —ratificó Raúl— continuará siendo “la fuerza dirigente superior de la sociedad y el Estado”. Se nos ataca y exige, “desde casi todas partes del planeta, para debilitarnos, que nos dividamos en varios partidos en nombre de la democracia burguesa; ni hoy ni nunca. Si lograran algún día fragmentarnos sería el comienzo del fin”.

Raúl Castro, Mariano Murillo y otros dirigentes han ratificado “el predominio de la propiedad de todo el pueblo” (estatal) sobre los medios fundamentales de producción, así como del plan sobre el mercado. Aunque hace cinco años comenzaron las cooperativas de producción no agrícola y de servicios, continúa su carácter “experimental”, se ha paralizado su creación para concentrase en las establecidas, debido a sus deficiencias y el precario acceso a insumos del mercado mayorista.

El aumento de precios de los alimentos por las ganancias de los intermediarios ha causado disgusto en la población y forzado el aumento del acopio y la fijación del tope a precios en los mercados estatales, desandando avances previos.

El sector no estatal desempeña un papel complementario al estatal, pero hay que limitarlo para evitar la concentración de la propiedad y la riqueza, como la cantidad de hectáreas de tierra que pueden tenerse, el número de locales arrendados, y que una empresa estatal rija los precios de su actividad.

¿Por qué no se avanzó en el VII Congreso de la misma manera que en el VI? Una posible razón es que la visita de Obama generó apoyo en la población y una dinámica de cambio para la que no estaba preparado el Gobierno. Contrario a la idea de que esto impulsaría las reformas estructurales, los que se oponen a ellas han reforzado sus argumentos sobre los graves riesgos que conllevan en un momento ideológico-político difícil.

En esto abundó Raúl: “Las relaciones entre Cuba y Estados Unidos imponen elevados desafíos al trabajo ideológico con programas dirigidos hacia los sectores que el enemigo identifica como los más vulnerables y abarca a los jóvenes, la intelectualidad, los trabajadores en formas no estatales de gestión”. Agregó que recientemente ha ocurrido “un crecimiento de las acciones enfiladas a fomentar valores de la sociedad de consumo: la división, la apatía, el desaliento, el desarraigo y la falta de confianza en la dirección de la Revolución y el Partido”.

Seguidamente se refirió a “las acciones dirigidas a introducir plataformas de pensamiento neoliberal y de restauración capitalista apoyadas por una perversa estrategia de subversión político-ideológica que atenta contra las esencias mismas de la Revolución”. Estados Unidos ha cambiado la estrategia anterior de hostilidad “por otros métodos más difíciles de combatir”. Esto último alude al discurso de Obama al pueblo cubano en que aseguró que EE UU no intervendría en la isla y que era el pueblo quien debía decidir su futuro, a la par que estaría dispuesto a ayudar en lo que se solicitase.

El Congreso apostó por la continuidad y, aunque hubo algunos avances, se caracterizó por el estancamiento e incluso algunos retrocesos. Hay que preguntarse si esto ayudará a la economía, al bienestar de los ciudadanos y al proceso de normalización con Estados Unidos.

Carmelo Mesa-Lago es catedrático distinguido emérito de Economía y Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Pittsburgh.

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