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RUSIA SUSPENDE HASTA NUEVO AVISO LA MODERNIZACIÓN DEL FERROCARRIL CUBANO

El secretario ejecutivo de la Comisión Intergubernamental Ruso-Cubana de Comercio, Oleg Kucheriáviy,  lamentó el “silencio” y “dilación” de las autoridades de la Isla.

14ymedio, La Habana | Diciembre 29, 2020

Original Article: RUSIA SUSPENDE

Rusia ha suspendido el proyecto de modernización de los ferrocarriles cubanos “debido a las dificultades económicas y las restricciones de cuarentena en la Isla”, según informó al diario Gudok el director de la empresa estatal de ferrocarriles del país euroasiático (RZD), Serguéi Pávlov.

“Lamentablemente, hemos tenido que suspender nuestro proyecto de modernización integral de la infraestructura ferroviaria cubana debido a las dificultades económicas y las restricciones de cuarentena en la Isla, pero esperamos reanudar las obras después de que la situación se haya estabilizado”, apuntó Gudok.

En octubre de 2019, RZD firmó con la Unión de Ferrocarriles de Cuba un convenio para modernizar toda la estructura ferroviaria cubana, que ha sufrido un profundo deterioro en las últimas décadas. Según el acuerdo, Rusia financiaba completamente el proyecto, valorado en 2.314 millones de dólares.

En los planes iniciales estaban el diseño, la reparación y la modernización de más de 1.000 kilómetros de la infraestructura ferroviaria

En los planes iniciales estaban el diseño, la reparación y la modernización de más de 1.000 kilómetros de la infraestructura ferroviaria con materiales, tecnologías y equipos de producción rusa. También la creación de un centro único de control de circulación de trenes y la formación, en centros educativos rusos, de personal de la Isla.

La noticia llega menos de una semana después de que el ministro de Transportes de Cuba, Eduardo Rodríguez, el embajador de Rusia en La Habana, Andrei Guskov, y el representante comercial ruso en la Isla, Alexander Bogatyr, recibieran en La Habana siete locomotoras, en medio de fuertes dudas sobre el futuro de la cooperación entre los viejos aliados.

“La llegada de estas locomotoras a Cuba coloca al ferrocarril en una mejor posición para enfrentar los retos de transporte del próximo año; vemos a este proyecto, que se ha desarrollado como parte de los acuerdos de la Comisión Intergubernamental Cuba-Rusia con la compañía rusa Sinara, como ejemplar”, dijo entonces Rodríguez a la agencia rusa Sputnik.

Los funcionarios presentes en el acto de recibimiento de los equipos se esforzaron en declarar que la cooperación seguía adelante aunque “los efectos del covid y de esta crisis derivada de la pandemia nos han obligado a extender los plazos y a reorganizar los proyectos, pero la voluntad y continuidad de estos proyectos se mantienen vigentes y continuaremos en 2021 trabajando en esa dirección”, remarcó Rodríguez.

El mensaje apoyado por Bogatyr, que lamentó que fuera “la única entrega de locomotoras este año, pero estamos seguros de que el año próximo será más fructífero (…) así que los planes de colaboración son importantes en la esfera de los ferrocarriles, no solamente con Sinara, sino con otras importantes empresas rusas que tienen proyectos y esperan continuar desarrollándolos”.

Ninguno de los dos hizo alusión a las palabras del secretario ejecutivo de la Comisión Intergubernamental Ruso-Cubana de Comercio, Cooperación Económica, Científica y Técnica, Oleg Kucheriáviy, que unos días antes dejaban entrever una cancelación masiva de inversiones en Cuba por incumplimientos por parte de La Habana.

El funcionario detalló a la prensa rusa que, de los 60 proyectos conjuntos, apenas diez estaban llevándose a cabo

El funcionario detalló a la prensa rusa que, de los 60 proyectos conjuntos, apenas diez estaban llevándose a cabo y señaló en una reunión de la Comisión de Asuntos Internacionales del Senado que la última sesión de la comisión intergubernamental, que debía celebrarse en la Isla, fue cancelada por “silencio” y “dilación” de las autoridades cubanas.

Yuri I. Borisov, viceprimer ministro de Rusia y encargado desde 2018 de las relaciones económicas con Cuba ya dijo aquel año a la televisión de su país, tras un viaje a la Isla, que los funcionarios cubanos no tenían interés en poner dinero para las inversiones necesarias y que en las negociaciones imperaba una mentalidad de la Guerra Fría que en la Rusia postsoviética ya no tiene lugar.

“Son negociantes complicados, no lo voy a esconder, la mentalidad del pasado pesa sobre ellos constantemente. Durante las negociaciones, en las posiciones que llevan, siempre aparece que somos un puesto de avanzada de la revolución mundial y simplemente nos tienen que ayudar”, señaló.

La pausa en el acuerdo llega en un mal momento para el transporte de pasajeros y cargas en la Isla, muy afectado por la obsolescencia tecnológica y los problemas de infraestructura. El total de locomotoras que tenía previsto suministrar Rusia en el marco del acuerdo era de 75, de las cuales ya han llegado 60. Según el ministro de Transportes, muchas de ellas ya “participan en los principales tráficos de transportes del ferrocarril en Cuba”.

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Cuba’s Public Transport System: Adjustments are not Enough

 

Cuba’s Public Transport System: Adjustments are not Enough

July 4, 2013 | Fernando Ravsberg*

HAVANA TIMES — Fifty years of unsuccessful attempts at re-structuring its public transportation into a system that works should suffice to make Cuba consider changing the very foundations of the system. The “reorganization” being proposed today promises to be more of the same and is not likely to yield the quality services aimed for.

The last meeting held by Cuba’s Council of Ministers publicly recognized that the country’s transportation system “has been unstable, inadequate and low-quality for years.” The common Cuban who “hops on a bus” every day has something similar to say, albeit with far less refined words.

“Updates” can help steer those sectors that actually work, such as public health, education or sports, in the right direction. It can even improve the tourism industry, which has seen much progress in the course of the last 3 decades.

Cuba’s public transportation system, however, has always been bad and, in recent years, has gone from bad to worse. Truth is, it wasn’t even satisfactory in the days of Soviet aid, when there was plenty of money and State subsidies to invest in it.

One of the many problems faced by the sector are the odd administrative decisions of Cuba’s Ministry of Transportation, which purchases buses from China but demands that they be equipped with U.S. engines, as though oblivious to the economic embargo that has existed for over fifty years.

When the engine in one of those buses breaks down, Cuba has to buy it from the United States. The purchase is conducted through a foreign company and involves sending the product to a third country, where it is re-shipped to Cuba. Prices naturally skyrocket and spare parts take a long time to reach the island.

What’s more, a whole series of meetings between the commercial departments of the Cuban import companies and Ministry experts are held before the order is actually placed. There are committees that convene to evaluate one, specific aspect of the product, which refer the matter to other committees designed to review other product details, which in turn call on a third committee…and this process goes on and on for months.

All the while, the broken bus idles at a State workshop where, many a time, it is scavenged for pieces that can be sold in the black market. When the Ministry finally decides to make a purchase, more spare parts are needed and the whole, interminable process of committee meetings begins anew.

In this way, Cuba’s Ministry of Transportation has at times managed to keep half of Havana’s public buses out of circulation, a remarkable feat when we recall that the country has purchased a large fleet of vehicles from China.

Organizing a functioning public transportation system anywhere is, admittedly, a complex task which requires experts, large investments and continuous subsidies. Such efforts, however, are only successful when the system, at base, actually works, be it in a wealthy or poor country.

All transportation resources should be a part of a single, unified system. Photo: Raquel Perez

Granting a large number of vehicle owners licenses to operate as private cabs greatly improved Cuba’s public transportation situation, but the government undertook this liberalization without establishing a standard fare, the routes where these taxis must circulate and a maximum frequency of operations, regulations which are currently being applied in many countries around the world.

In the end, those who end up paying for the absence of official regulations are the passengers, for cab drivers charge whatever they feel like charging and circulate down the city’s busiest streets at the time of day they deem convenient, leaving other areas of the city bereft of viable transportation.

I also hear that the government will begin encouraging the use of bicycles as a means of transportation people can use to move around the city. Vice-President Murillo even said that authorities “will evaluate the possibility of selling spare parts needed to maintain the bicycles at subsidized prices.”

When I questioned the wisdom of removing bicycle lanes from Cuban streets in this blog, I was accused of being hypercritical. Now, it appears as though they will have to bring back these lanes, as selling cheap bicycles won’t be enough – you also need to give cyclists a safe space to move in.

Some people make fun of this proposal, as though the use of this means of transportation were a sign of backwardness. In fact, many developed nations promote the widespread use of bicycles and have an extensive network of bike lanes. Some major cities, like Barcelona, even have an efficient public bicycle rental system.

Cuba, a poor country, would benefit considerably from a strategy that availed itself of its various resources, creating a transportation system that could harmonize State, private, cooperative and even individual initiative.

To get there, however, the many import companies and endless committees that have been stepping on the brakes of the State must be removed, the private sector must be organized more efficiently, the cooperative sector expanded and inexpensive, individual alternatives which the population can afford must be sought.

Everything depends on how priorities are established. With what the government spends on only one of the thousands of vehicles it imports for use by its companies and ministries, a dozen electrical motorcycles or hundreds of good-quality bicycles could be purchased.

To buy a new bus, there’s no need to make an additional investment – importing 10 less automobiles suffices. The government could begin by suspending the practice of assigning vehicles to transportation officials, so as to give them the opportunity to experience what their less privileged compatriots endure (and think) on a daily basis.

Cuba’s economic progress should not be measured on the basis of the number of automobiles in circulation around the country, the fact there are more luxury cars on the street or we catch sight of a Hummer in Havana from time to time.

True success in this area will be to guarantee that ordinary Cubans have the means of transportation they need to get to work every day and take their kids to the Zoo one weekend or other.

Cooperativa de Omnibus Aliados, in the 1950s, (driving up Montes, it looks like)

Estacion Central de Ferrocarriles, Havana

Bicytaxis, Havana, November 2008

Camello, on Paseo de Prado (Marti), 1990s

Old Engines awaitying a home in a museum, in the shadow of the Capitolio, November 2008

New Chinese Bus, (driving up La Rampa?)

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