El proceso de negociaciones distendido y promisorio entre Cuba y Estados Unidos peligra debido a la gran confrontación motivada por la Orden Ejecutiva del Presidente Obama el 9 de marzo contra 7 altos cargos chavistas, al declarar estado de emergencia nacional porque Venezuela constituía una amenaza a la seguridad de Estados Unidos. Se ha argumentado que esa es la redacción establecida para la imposición de las sanciones, adoptadas por ambas cámaras del Congreso y aprobada por el presidente el 18 de diciembre de 2014, un día después del anuncio de Raúl Castro y Barack Obama sobre el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y la apertura de embajadas.
Sin embargo su implementación llegó en un momento delicado, y ha desviado la atención de la represión a la oposición y los demás problemas internos en Venezuela. Los cubanos en la isla han pasado del optimismo al temor de volver a vivir en gran tensión y que las medidas anunciadas por el presidente Obama sean obstruccionadas por el gobierno de Cuba, nuevamente pretextando la confrontación.
Nicolás Maduro recién había visitado a Fidel Castro, y acusado al gobierno de Obama de fomentar un golpe de estado para justificar la detención de dirigentes opositores, establecer visado para todos los norteamericanos, ordenar la reducción del personal de la embajada norteamericana en Caracas a igual cantidad que la venezolana en Washington, y que los funcionarios tendrían que reportar sus actividades y solicitar permiso para efectuarlas. Respondió a la Orden Ejecutiva con la demanda a la Asamblea Nacional de una Ley Habilitantes Antiimperialista, enardecidas concentraciones y demanda de Cumbres de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y ALBA-TCP, aunque no logró una de CELAC. Los cancilleres de Colombia, Ecuador y Brasil y el secretario general de UNASUR habían estado en Caracas el 6 de marzo en una infructuosa gestión de promoción de diálogo con la oposición y la participación en las próximas elecciones parlamentarias. Todos los cancilleres se reunieron en Quito, su sede, el 14 de marzo para aprobar una declaración de apoyo al gobierno de Maduro. Ese día, el canciller Bruno Rodríguez visitó a Maduro para declarar que Estados Unidos no puede tener una política de zanahoria con Cuba y una política de garrote con Venezuela.
La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) realizó el 17 de marzo una Cumbre Extraordinaria de solidaridad con Venezuela y para coordinar una posición común con vista a la VII Cumbre de las Américas (10-11 de abril). En la Declaración se rechazó
“la Orden Ejecutiva injusta e injustificada, que constituye una interferencia contra el principio de soberanía y el principio de no intervención en los asuntos internos de los Estados”. Se ratificó “el compromiso y apoyo irrestricto con la hermana República Bolivariana de Venezuela en la búsqueda de mecanismos de diálogo con el gobierno de Estados Unidos, para que cesen las agresiones de este gobierno contra Venezuela”, y se propuso crear un Grupo de Facilitadores de CELAC, UNASUR, ALBA-TCP y CARICOM “para facilitar una diplomacia de compromiso entre los gobiernos de Estados Unidos y Venezuela para aliviar las tensiones y garantizar la resolución amigable”.
Raúl Castro se expresó fuertemente contra Estados Unidos y llamó a que eliminara la Orden Ejecutiva y normalizar las relaciones con Venezuela. Manifestó que
“Estados Unidos debería entender de una vez que es imposible seducir o comprar a Cuba ni intimidar a Venezuela. Nuestra unidad es indestructible. Tampoco cederemos ni un ápice en la defensa de la soberanía e independencia, ni toleraremos ningún tipo de injerencia ni condicionamiento en nuestros asuntos internos. No cejaremos en la defensa de las causas justas en nuestra América y en el mundo, ni dejaremos nunca solos a nuestros hermanos de lucha”.
Reveló los objetivos para la VII Cumbre de las Américas:
“Rechazaremos con determinación toda tentativa de aislar y amenazar a Venezuela, y reclamaremos el fin definitivo del bloqueo a Cuba. La sociedad civil cubana será la voz de los sin voz, y desenmascarará a los mercenarios que presentarán allí como sociedad civil de Cuba y a sus patrones”.
Llama la atención que antes y durante el año y medio que duraron las negociaciones que culminaron el 17 de diciembre, las relaciones de Estados Unidos y Venezuela se deterioraban intensamente, lo que no impidió que Raúl Castro llegará a los sorprendentes acuerdos con Barack Obama. En 2010 quedaron sin embajadores; en 2013 comenzaron y se suspendieron negociaciones, y Maduro ofreció asilo a Edward Snowden; Kelly Keiderling, encargada de negocios y dos diplomático fueron expulsados, supuestamente por alentar acciones de sabotaje; en 2014 Maduro acusó al gobierno norteamericano de estar detrás de las protestas como parte de un plan en su contra.
La sorpresiva tercera ronda de conversaciones para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Roberta Jacobson, subsecretaria de estado, y Josefina Vidal, directora general de Estados Unidos en la Cancillería cubana, y el alejamiento de la prensa indicaron la urgencia para tratar la confrontación Estados Unidos-Venezuela, en La Habana, el 16 de marzo. Resultaba obvio que el proceso sería complejo y prolongado, pero no se esperaba la abrupta interferencia de este diferendo. En poco menos de un mes se requieren muchas negociaciones y voluntad de resolver asuntos muy complejos. La Cumbre de las Américas junto a la novedosa participación del gobierno de Cuba y el encuentro de Raúl Castro y Barack Obama, debería ser un espacio de diálogo constructivo y relanzamiento de las relaciones Estados Unidos-América Latina y el Caribe.
La Habana, 18 de marzo de 2015
Miriam Leiva, Periodista Independiente