Karina Gálvez, La Habana | Junio 16, 2014
Original here: Mercado Laboral, in http://www.14ymedio.com/
El mercado laboral es la dinámica de la oferta y la demanda de fuerza de trabajo. Si la fuerza de trabajo es una mercancía, el salario es su precio y se fija según el comportamiento del mercado. Mientras los trabajadores se esfuerzan en presentar una oferta atractiva para el mercado, los empresarios procuran comprar lo mejor al precio más bajo. En un ambiente competitivo, el trabajador no depende de la bondad de su empleador. Si su trabajo sirve, encontrará varias ofertas. La competencia asegura mayor aproximación a la justicia en el pago de salarios.
Pero la mercancía “fuerza de trabajo” se diferencia de otras. Tiene alma, dignidad y valores, además de necesidad de venderse. Por eso su precio se puede alterar sin lógica alguna. Salarios muy atractivos no logran estimular la violación de principios éticos y pueden realizarse grandes obras sin un pago justo. Es importante crear condiciones, por un lado, para que los ciudadanos puedan elegir un trabajo acorde con su vocación y talento, con salarios justos; y, por otro lado, para que los empresarios puedan escoger los trabajadores en función de las exigencias del puesto. Esto garantiza el buen funcionamiento del mercado del trabajo.
En un ambiente de mercado laboral libre, la nación gana porque la población económicamente activa debe esforzarse para conseguir un empleo, lo que implica esfuerzo por estudiar, por prepararse integralmente, por realizar el trabajo con calidad, por actuar con responsabilidad. En Cuba el Estado ha mantenido el monopolio sobre el empleo y su remuneración. Depender de un solo empleador impide la competencia y facilita la explotación de la fuerza de trabajo.
Ahora, ¿resurgirá el mercado laboral?
Las disposiciones recientemente publicadas otorgan a las empresas facultades para establecer la forma y la cuantía de los salarios, sin límites. No basta pedir un esfuerzo más para aumentar la productividad.
El Congreso de los Trabajadores anunció que no se aumentaría los salarios hasta no aumentar la productividad, pero hay que invertir los términos: no se incrementará la productividad si el salario no se acerca más a los resultados del trabajo. Habrá que competir por plazas en empresas más productivas y lograr buenos resultados para alcanzar mayores ingresos.
Por otra parte, aumenta el nivel de calidad en los negocios por cuenta propia. Mucho han influido las salidas al exterior de productores y consumidores, además del aumento de la competencia. Se contrata a los mejores. Hay que competir por plazas en paladares, zapaterías, cafeterías.
¿Qué lo frena?
En primer lugar, la competencia se desarrollará en la esfera no profesional. Para médicos, maestros, periodistas o ingenieros, las plazas siguen dependiendo de las necesidades del país. Los salarios insuficientes pueden entorpecer el renacimiento del mercado laboral. Si no sube el nivel de vida, no habrá estímulo suficiente para elevar la productividad ni para competir por una plaza.
Además, para los responsables es una nueva experiencia. Puede salir mal. Ellos también deben “luchar” por sus ingresos. Si los trabajadores se sienten víctimas de una mala distribución salarial o de los beneficios, ya sea por mal desempeño de los directivos o por corrupción, no se esforzarán al máximo por aumentar la productividad ni por mantener su empleo. Conjuntamente con estas medidas “liberales” en la empresa estatal, se mantiene la bolsa de empleo para empresas con capital extranjero. ¿Quién determina el salario de los trabajadores en ellas? Según la ley, parece que va a ser mejor trabajar en una empresa estatal que en una mixta.
Finalmente
Depende mucho de nosotros. Nuestra tradición de creatividad ha sido reprimida por la política, pero sigue ahí, latente. Las nuevas medidas, por lo menos, no constituyen un paso atrás en la liberación de las fuerzas productivas de la nación. Confiemos en que las leyes del mercado funcionen por encima de ataduras que hacen inviables la sostenibilidad y la prosperidad de Cuba.
Bicitaxis, La Habana; foto por Arch Ritter