SIN UNA REFORMA FINANCIERA QUE SE HAGA ACOMPAÑAR DE UNA REFORMA PRODUCTIVA SERIA, VA A SER DIFÍCIL SALIR DE LA CRISIS POR LA QUE CUBA ATRAVIESA.
Omar Everleny Pérez Villanueva, noviembre 19, 2019
Corrían los primeros años de la década del 90 del siglo pasado y Cuba se adentraba en el llamado Período Especial en Tiempo de Paz. Para resistir y salir de la profunda crisis, las autoridades cubanas, especialmente Fidel Castro, anunciaban que se priorizarían las inversiones en determinados sectores estratégicos, entre ellos el turismo y la biotecnología.
Pero ambos requerían una importante inversión y demorarían en dar ingresos. Había entonces que buscar algún modo de captar divisas de manera más veloz. Y ahí apareció, en 1993, la despenalización de la tenencia de divisas extranjeras y la autorización para que la población adquiriera en tiendas en divisas los productos necesarios que ya estaban en falta en el circuito de ventas en moneda nacional (CUP). Se explicó que había mucha gente con divisas en su poder y que, simplemente, se estaba legalizando lo que ya era una realidad. Pero la motivación de recaudar divisas procedentes de las ayudas familiares tampoco se ocultaba.
Paralelamente, surgieron las Casas de Cambio, conocidas como CADECA, especialmente para que una parte de la población pudiese canjear las divisas que le habían enviado, adquirir CUP y así combatir el mercado negro en divisas. En aquel entonces, para hacer compras en las tiendas de divisas no era necesario canjearlas en CADECA por CUC. En las tiendas minoristas circulaba libremente el dólar, y más tarde hasta el euro en algunos polos turísticos. Durante esa época también se autorizó la posibilidad de abrir cuentas en divisas en bancos cubanos.
En Cuba había un referente de la existencia de tiendas en divisas, en las que solamente podían comprar los visitantes extranjeros: las tiendas en los hoteles conocidas como tiendas Caracol, aunque existían otras como Cubalse. También antes de los años 90 existieron billetes que permitían comprar en esas tiendas. Eran de diferentes colores: los había carmelitas, que recibían los estudiantes extranjeros en Cuba, o rojos para quienes estaban autorizados a estar en el extranjero por misiones o estudiando, entre otros. Se canjeaban en algunos bancos, sobre todo en el Banco Financiero Internacional (BFI): se entregaba la moneda extranjera y a uno le devolvían esos bonos.
Continuar: LAS TIENDAS RECAUDADORAS DE DIVISAS EN CUBA Y SUS ASPIRACIONES