Ya desde hace meses, es casi imposible comprar cualquier divisa extranjera en un banco de la Isla. (14ymedio)
Mientras
se acerca la fecha del 20 de junio, a partir de la cual ya no se podrá
depositar dólares en efectivo en los bancos, las dudas
crecen entre los cubanos a la hora de comprar divisas. En los grupos de
Telegram donde se ofrece cambio de monedas, el euro oscila entre los 80 y los
85 pesos y el dólar ronda los 60 pesos, pero pocos usuarios se atreven a dar el
paso ante la incertidumbre creada por la decisión del Gobierno.
“Una
cosa son los anuncios y otra la realidad. No se está vendiendo ni comprando
nada”, asegura a 14ymedio Alejandro Medina, un trabajador privado
de 41 años. “Yo puse un anuncio hace como cuatro días en el grupo donde
siempre resuelvo para ver si vendía 100 dólares a 60 pesos y nada, nadie
me ha escrito. Todo el mundo está aguantado, hay mucha incertidumbre”.
Esperan, dice Medina, a ver qué pasa el fin de semana.
“Los
cabezones (dólares) cayeron en desgracia”, lamenta Papito, un cambista
ilegal que, en apenas unas horas, fue contactado por una decena de clientes que
querían deshacerse de sus dólares
Es la
recomendación también de los “profesionales” del gremio. “Los cabezones
(dólares) cayeron en desgracia”, lamenta Papito, un cambista ilegal que,
en apenas unas horas, fue contactado por una decena de clientes que querían
deshacerse de sus dólares. “Les dije que no se volvieran locos y
esperaran, a mí no me interesa comprarlos ahora, pero el dólar es el dólar, hay
que esperar a ver qué pasa”.
Con el
rostro enorme de los padres fundadores de Estados Unidos, los más modernos
billetes de dólar se han ganado en los últimos años en Cuba el apodo de
“cabezón” para distinguirlos de las series anteriores, con la figura
central más pequeña. El sobrenombre se suma a una larga lista de apodos que
incluye “verdes”, “fulas” y “moneda del enemigo”.
La moneda
de la Unión Europea, candidata a ocupar el trono de la divisa
estadounidense, es vista con recelo. “El euro no es tan conocido aquí,
tiene otro tamaño, algunos billetes ni siquiera me caben en la billetera”,
lamenta Papito, que bromea: “Vamos a tener que pasar un curso acelerado
para aprender a distinguir los euros buenos de los falsos”.
La
dificultad no la tienen solo los cambistas informales. “Hay muchas
aplicaciones de envío de comida a domicilio que el cliente puede elegir sin ver
el costo total de la compra en pesos cubanos o en dólares, incluso pagar en
efectivo con una moneda o con otra. ¿Ahora van a tener que rediseñar toda la
aplicación?”, se cuestiona Yunieski, mensajero de uno de estos servicios
de entrega a domicilio.
“Por
lo menos con los dólares ya la gente sabía que si estaba el viejito arrugado y
medio calvo era de 100 y que si te tocaba el de la barba entonces era de
50”, ironiza, “pero ¿quién sabe nada de puertas ni monumentos
europeos? Habrá que ponerse a estudiar”.
Eso sí,
Yunieski prefiere el euro al peso convertible, ya en extinción en el país.
“No acepto propinas en chavitos porque si no después tengo que
pasarme tremendas horas en la cola del banco para cambiarlo. En euros, libras
esterlinas y yenes, todas las que el cliente quiera darme”, sentencia.
Ya desde
hace meses, en cualquier caso, es casi imposible comprar cualquier divisa
extranjera en un banco de la Isla. Un joven cubano que prefirió el anonimato
contó a este diario que un día en el banco vio a la cajera guardando en una
gaveta “tres grandes fajos de billetes” en euros y en dólares. Él,
que quería cambiar pesos cubanos, le preguntó por qué no le vendía de esos
mismos billetes. “No tenemos disponibilidad”, respondió la cajera sin
inmutarse. Sin cejar en su empeño, el muchacho le preguntó que cuándo pensaban
vender dólares y euros. “Los puede comprar en la calle”, aconsejó la
empleada estatal.
A la vez
que el Estado impone férreo control de las operaciones en divisas, en algunos
bancos ya se ha vuelto un negocio redondo el cambio de moneda libremente
convertible (MLC) ‘por la izquierda’
Así lo
explica a 14ymedio un joven programador informático de 28 años que tiene
una cuenta en el Banco Metropolitano de La Habana en la que puede recibir
moneda extranjera mediante transferencia y que le permite disponer de una
tarjeta magnética para comprar en las tiendas en MLC.
Según
explica, ha logrado tener un contacto en la sucursal bancaria donde tiene
abierta su cuenta en divisa y ahí un empleado, a cambio de recibir un
porcentaje del dinero total transferido, le avisa el momento en que la caja
contadora o en la bóveda ha acumulado la cantidad de euros disponibles que
quiere extraer.
Mientras
tanto, si un usuario común y corriente se dirige al banco y pide extraer 100
euros de su cuenta en MLC, seguirá recibiendo la misma respuesta de los últimos
meses: “Lamentablemente ahora no tenemos en depósito esa cantidad”.
Los
bancos modificarán su horario este fin de semana “para garantizar los
depósitos en efectivo en dólares estadounidenses”, informa este viernes la prensa oficial. El Banco Metropolitano abrirá
el viernes y el sábado de 8:30 am a 3:30 pm y el domingo, de 8:30 am a 12:30
pm, y el Banco de Crédito y Comercio y el Banco Popular de Ahorro, el viernes,
de 8 am a 3 pm; el sábado, de 8 am a 11 am, y el domingo, de 8 am a 12 pm.
En días recientes, autoridades cubanas anunciaron que
a partir del 21 de junio no se recibirían depósitos de dólares estadounidenses
en efectivo en las cuentas en moneda libremente convertible (MLC). La razón
argumentada se refiere a las sanciones económicas impuestas por el gobierno de
Estados Unidos y su agudización poco antes del fin de la administración Trump.
Habría que recordar no obstante que Cuba tiene prohibido operar en
dólares estadounidenses desde inicios del embargo, a comienzos de los sesenta,
y a pesar de ello ha persistido en el uso de esa divisa como principal moneda
de reserva. Incluso, las últimas decisiones relativas a la unificación
cambiaria la ratifican como referencia del nuevo tipo de cambio unificado, para
lo cual se ha definido un anclaje nominal del peso cubano.
La medida ha sido controvertida, tanto por el momento de su adopción
como porque en el fondo no soluciona ninguno de los principales problemas que
afectan a la economía insular. Pese a ello, varias autoridades han afirmado que
esta decisión se adopta «en defensa de la economía cubana». Me permito
discrepar, una vez más, de las opiniones vertidas por algunos dirigentes
respecto a cuestiones de política económica. En cualquier caso, es una medida
insuficiente para tal propósito.
Las debilidades de la economía resultan de una combinación de problemas
estructurales, políticas erróneas adoptadas por el gobierno a lo largo de seis
décadas —con graves efectos acumulativos— y de las sanciones económicas
impuestas por Estados Unidos durante años. Los efectos de estas últimas están
fuera del control de Cuba, puesto que solo el Congreso de ese país puede
removerlas. Las dificultades estructurales, sin embargo, dependen de su
condición de nación subdesarrollada, agravada por los errores de las políticas
económicas.
A esto debe añadirse que la soberanía
nacional, planteada como meta por el proceso revolucionario, no ha
podido alcanzarse realmente en la esfera económica. La dependencia que Cuba
tuvo respecto a Estados Unidos por varias décadas, fue reemplazada por una no
menos profunda a la Unión Soviética.
Cuando este último
país se desintegró, la Isla debió enfrentar la crisis económica más profunda de
toda su historia, en la que el Producto Interior Bruto (PIB) acumuló una
contracción de casi un 35% entre 1990 y 1993. Los efectos de esa crisis no han
sido superados plenamente, sobre todo en lo que se refiere a la industria y a
la agricultura.
A partir de la victoria del chavismo en Venezuela en 1999, la economía
cubana reprodujo con aquel país una relación de dependencia parecida a las
anteriormente mencionadas, con la particularidad de que las necesidades de
combustible y otros bienes provenientes del país suramericano —aún nuestro
principal suministrador de importaciones— eran más que compensadas por la
exportación de servicios médicos y profesionales.
Como es sabido, Venezuela viene arrastrando una profunda crisis
económica que se expresa en variaciones negativas sucesivas de su PIB entre
2014 y 2020, para un comportamiento anual promedio de -18,9% en el período.
Especialmente duros han sido los años 2019 y 2020, en los que su economía se
contrajo 35% y 30% respectivamente (IMF, 2021).
En las condiciones actuales, la economía cubana está enfrentando una
profunda crisis, agudizada por la pandemia del Covid-19 y los efectos del
recrudecimiento de las sanciones económicas por la administración Trump. Sin
embargo, el origen de esta crisis no depende de esos dos hechos. En 2019, el
PIB tuvo una contracción de 0,2% respecto a 2018, el consumo de los hogares se
contrajo en 1,3%, las exportaciones de bienes y servicios en 4,6% y las
importaciones en 2,9% (ONEI, 2020).
La sensibilidad de la economía cubana a los choques externos continúa
siendo muy alta, y la crisis venezolana tiene efectos contraccionistas en tal
sentido.
Después del deterioro de los noventa, el gobierno cubano apostó por
reinsertar al país en la economía mundial como proveedor de servicios turísticos.
El turismo se convirtió así en prioridad estratégica, ha venido captando un
volumen considerable de inversiones y su importancia creció significativamente
en los ingresos en divisas.
En 2019, dicho sector aportó el 20,9% de ese tipo de ingresos y superó
la sumatoria de las exportaciones de bienes, que solo representó el 16,3% del
total. A falta de datos más precisos, el resto fue aportado, esencialmente, por
las exportaciones de servicios profesionales y las remesas, lo cual constituyó
un total de 7.925 millones de dólares.[1]
sistemático de los sectores industrial y agrícola, cuyos niveles de
producción se mantienen, en gran parte de los rubros, por debajo de los
alcanzados en 1989.
En 2019, por ejemplo, se produjo solo un 29,9% del azúcar que se obtenía
tres décadas antes, 69,8% de los alimentos, 85,9% del tabaco, 7% de los
productos textiles, 15% de las prendas de vestir, 9,3% de artículos de cuero,
34,1% de los productos de madera, 4,3% de fertilizantes, 27,1% de materiales de
construcción, 12,4% de productos de caucho y de plástico, 1,9% de maquinarias y
equipos, 15,8% de maquinarias y aparatos eléctricos, 0,1% de equipos de
transporte, 88,1% de sustancias y productos químicos, 48,6% de equipos y aparatos
de radio, televisión y comunicaciones.
En los únicos rubros en que superó la producción de 1989, fue en la
elaboración de bebidas, con un 113,5%, y en la de muebles, que alcanzó el 179%.
El índice general de volumen de la producción industrial en 2019 respecto a
1989 fue de solo 61,3 (ONEI, 2020) y no es que ese año fuera el de mejor
desempeño para la industria cubana.
De acuerdo con estadísticas de la ONEI, el sector agropecuario presenta
incrementos en 2019 comparados con 1989 en la producción de: frijoles (753,7%),
maíz (425,4%), viandas (174,4%), tabaco (66,2%) y otras frutas (211,1%); así
como en la carne de cerdo (207,6%) y de huevos (11,3%). Mientras, ha disminuido
la existencia de cabezas de ganado (77,5%), la producción de carne de aves (40,9%),
carne bovina (48,5%), leche de vaca (55,4%), arroz (73,1%), cítricos (8,1%) y
hortalizas (61,7%).
En gran medida, estos desempeños sectoriales son resultado de la
combinación de dificultades externas de la economía con una serie de fenómenos
internos, entre los que pueden mencionarse: fallas en la planificación,
insuficiencias organizativas en la actividad empresarial, escasos estímulos
económicos a los productores, errores de política económica causados por el
excesivo voluntarismo en la toma de decisiones e inexistencia de mecanismos de
control a la gestión del gobierno por parte de la sociedad.
Aún no se dispone de toda la información para 2020, no obstante, se
informó oficialmente que el PIB se contrajo un 11,3% respecto a 2019. The
Economist Intelligence Unit estimó que la producción industrial se
redujo un 11,2%, mientras que la agropecuaria lo hizo un 12,0%; en tanto, el
déficit fiscal llegó a representar un 20,1% del PIB. Estas cifras preliminares
denotan una muy difícil situación macroeconómica.
Así las cosas, para defender la economía cubana es necesario adoptar una
serie de medidas que superen ampliamente el alcance de una disposición marginal
como es la suspensión de depósitos de dólares en efectivo en los bancos de la
Isla.
Para proteger la economía de la nación, es imprescindible tomar medidas
que permitan la recuperación de la industria de su actual colapso y
obsolescencia tecnológica, que impulsen la recuperación de los sectores agropecuario,
pesquero y del transporte; que desarrollen la infraestructura, rescaten la
industria azucarera, diversifiquen e incrementen los rubros exportables,
reduzcan la excesiva dependencia externa y fortalezcan la soberanía del peso
cubano como moneda nacional, respaldada por una economía en crecimiento.
El desarrollo económico no se garantiza con fórmulas propagandísticas,
ni puede asegurarse con el simple deseo de que se produzca. Es imperativo crear
las condiciones institucionales y un clima de negocios que favorezca apuestas
de inversión, no solo por parte del Estado sino también del sector privado aún
incipiente, junto a la inversión extranjera directa (IED).
Esta última es imprescindible, porque el país no cuenta con fuentes
suficientes de acumulación de capital y el incremento del endeudamiento no
puede ser una opción a considerar. Las posibilidades que brinda el sector
privado para constituir microempresas,
pequeñas y medianas empresas industriales, agropecuarias y de
servicios son inmensas.
Mientras tanto, el peso podría anclar su tipo de cambio al euro o a una
canasta de monedas que reduzca la influencia del dólar en la determinación del
valor nominal de la moneda cubana en términos de monedas extranjeras.
Adicionalmente, debiera modificarse la estructura de las reservas
internacionales del país, eliminando los dólares
estadounidenses de las mismas o reduciendo sustancialmente su
participación.
Una medida de realismo económico sería la rectificación del error
cometido por las autoridades cubanas al establecer una sobrevaluación del peso
cubano en su tipo de cambio unificado. La sobrevaluación de una moneda tiene
efectos nocivos en la economía de cualquier país, porque reduce la
competitividad de su sector exportador, abarata injustificadamente las
importaciones y no permite que la tasa de cambio actúe como válvula de escape
de la presión que representan los desequilibrios externos.
En tanto no se creen las condiciones para que se produzcan más bienes
industriales y agropecuarios; mientras no se dinamicen la construcción, el
sector de los transportes, las comunicaciones, los servicios comerciales y
profesionales; si no se alcanzan tasas de ahorro e inversión que realmente
impulsen el crecimiento; la economía cubana seguirá siendo extremadamente
vulnerable y la soberanía nacional profundamente comprometida. Los malabarismos
cambiarios no resuelven esos problemas.
El Estado cubano no cuenta con los recursos necesarios para asegurar
semejante tarea económica. El gobierno puede seguir anclado en su idea fija
respecto a que la planificación centralizada sea el principal mecanismo de
asignación de recursos, o que la propiedad estatal continúe dominando el
sistema económico; de hacerlo fracasará una vez más, porque lejos de propiciar
el mejoramiento del bienestar de la sociedad, profundizará el actual
estancamiento.
No pueden perderse de vista las consecuencias políticas de los errores
en las decisiones económicas. Llegados al punto actual, no existe otra opción
posible para Cuba que no sea estimular el desarrollo de los sectores privado y
cooperativo, sin camisas de fuerza, con la convicción de que en su desarrollo
contribuirán significativamente —ellos sí—, a la defensa de la economía cubana;
así como crear las condiciones para que se incremente la inversión extranjera
directa en sectores que puedan conectar la producción nacional con cadenas productivas
globales.
En este proceso, el papel regulador de un Estado democrático es de valor
inestimable, para evitar los fallos del mercado, sin restringirlo, y para crear
las condiciones que permitan utilizar instrumentos fiscales en la
redistribución de recursos con criterios de justicia social.
HAVANA (Reuters) – Cubans woke up all last year wondering where they could
find basic goods such as milk, pork, rice, beans, medicine or shampoo. These
days, they also ask themselves: “if I do, what on earth will it
cost?”
Amid widespread shortages, the near-bankrupt, import-dependent country has
increased sales of goods in convertible currencies like the dollar over the
last year, even as it stopped exchanging pesos for those currencies. That has forced many Cubans to acquire
convertible currencies on the black market where they have surged to as much as
threefold the official rate since the government sharply devalued the peso
https://www.reuters.com/world/americas/explainer-how-cubas-monetary-reform-will-take-place-impact-economy-2020-12-11
in January.
Alternatively, Cubans must purchase the products “at even higher peso
prices from resellers,” said Cuban economist Omar Everleny.
Many goods are simply no longer sold in peso shops despite billions more
pesos now being in circulation.
The result of dollarization, scarcity and devaluation: prices have
skyrocketed and inflation will likely come in at a minimum of 500%, and as much
as 900% this year, according to Pavel Vidal, a former Cuban central bank
economist who teaches at Colombia’s Pontificia Universidad Javeriana Cali. “Every day becomes much more difficult
because the prices of everything continue to rise,” said Arisleidis
Blanco, who works at a private cafeteria in Havana.
Cuba’s government largely blames U.S. sanctions, which were ratcheted up
under former President Donald Trump, and the coronavirus pandemic that has
ravaged Cuba’s tourism industry, for its economic woes. Some critics say the
main issue is the inefficiency of the state-run economy, despite some
market-style reforms.
The Communist-run state retained its World War Two-style ration card that
offers some highly subsidized goods. It also increased state wages and
pensions, up to five times, when it devalued the peso by around 95% in a bid to
cushion the blow. But that covers only
some 60% of the population and leaves many Cubans struggling to navigate wildly
fluctuating prices to cover their needs.
“The government used to sell LED light tubes for 30 pesos,” state
bakery employee Ana Rebeca Labrada said. “On the informal market they now
cost 400 to 500 pesos and there are none in the government stores, not even for
convertible currency.”
Cuba’s government says there is no money in the bank to exchange or import
the goods and sell them for pesos which cannot be exchanged outside the country
to buy more.
The economy declined 11 percent last year after years of stagnation and
according to Cuban economists has continued to fall so far in 2021.
Inflation should just be a temporary setback, authorities say, with the
economy due to pick up as the pandemic subsides and reforms yield results. The
devaluation for example aims to boost exports and reduce imports in the medium
term.
That is little solace though for Cubans struggling to shop for basic goods
as COVID-19 cases hit new highs.
Economists like Everleny say the U.S. embargo is real but the government
needs to implement long overdue reforms to boost supply and until then, the
informal market, and with it surging prices, will continue to flourish.
Last week, the state was selling rice only on the ration card for 10 pesos a pound and on the informal market it was 60 pesos, said Havana resident Miriam. A 50 peso bottle of cooking oil fetched 200 pesos and a pack of hotdogs 80 pesos compared to the 27.50 pesos when available at the stores, she said. Powdered milk was being rationed for children and the elderly at 2.5 pesos a bag and sold for 300 pesos on the street, she said.
By Pavel Vidal, Profesor de la Universidad Javeriana Cali y ex analista del Banco Central de Cuba
Por ahora
los errores que se aprecian en el ordenamiento parecen ubicarse dentro del
margen esperado, dado el tamaño de la devaluación y las características propias
que la corrección de precios relativos tiene en Cuba.
La
devaluación de la tasa de cambio oficial del peso cubano a partir del primero
de enero de 2021 es la medida crucial de la reforma monetaria. Ello permite
avanzar en la unificación cambiaria, facilita la salida del peso convertible
(CUC) de circulación y genera un cambio de precios relativos que promueve la
transparencia financiera y reorienta los incentivos económicos a favor de
decisiones más eficientes en las familias, las empresas y el gobierno. Estos
efectos se potencian con el aumento de los salarios, la rebaja de subsidios y
las nuevas reformas estructurales que comienzan a ponerse en práctica.
Se
requiere más tiempo para que se estabilicen los nuevos equilibrios y la
economía reaccione con energía a los nuevas señales e incentivos. Con reformas
estructurales complementarias se pueden acortar estos tiempos y potenciar la
reacción.
March 04, 2021
No
debería sorprender el remezón que la devaluación del peso cubano y salida del
CUC están provocando en
los costos de producción,
los precios mayoristas,
el valor de la canasta básica,
las tarifas eléctricas y los precios de los mercados agropecuarios,
de trabajadores por cuenta propia y
de todo tipo de transacciones en los mercados informales.
No
debería ser motivo de asombro, aunque sí de mucho análisis, que esté cambiando
radicalmente la realidad financiera de empresas estatales, cooperativas,
negocios privados y hogares. Se trata de una devaluación de 24 veces de la tasa
de cambio oficial y de alrededor de 10 veces de la tasa de cambio promedio en
la economía,[1] una de las mayores en la historia de tipos de
cambio múltiples en América Latina.
Durante mucho tiempo los economistas explicamos que
la unificación monetaria constituiría un choque financiero inmediato con
múltiples beneficios, pero que en su mayoría se materializarían gradualmente en
el mediano y largo plazo. Nunca se ocultó que era un trago amargo para el
sistema productivo, pero que había que tomarlo porque es imposible desarrollar
una economía con dos monedas nacionales y múltiples tipos de cambio.
Con estas distorsiones monetarias llevábamos casi
tres décadas completas midiendo mal los hechos económicos, sobrevalorando o
subvalorando costos de producción, salarios, retornos y riesgos financieros,
deudas y activos financieros, minimizando el valor de muchas buenas decisiones económicas
y ocultando el costo de un montón de malas decisiones y reformas pospuestas. No
todo lo que hicimos antes de 2021 estuvo mal calculado, pero sí una gran parte.
La unificación monetaria representa un choque
financiero que produce cambios en los precios relativos a una velocidad mucho
mayor que la capacidad de respuesta promedio del sistema productivo. Durante un
tiempo las unidades económicas quedan atrapadas en el medio, gran parte de lo
que venían haciendo ya no tiene sentido económico, pero todavía no logran
entender todo lo nuevo que deben hacer, y cuando comienzan a comprenderlo no
tienen la forma de reaccionar en la proporción que necesitan. En
correspondencia, las políticas económicas necesitarían trabajar en dos aspectos
fundamentales para mermar el impacto de corto plazo del choque financiero:
minimizar la incertidumbre y aumentar la capacidad de reacción de las unidades
económicas.
El éxito de la reforma monetaria no está
garantizado por el solo hecho que la unificación de las monedas y las tasas de
cambio oficiales eliminan distorsiones.
En estos dos frentes hay muchas cosas que el propio
diseño inicial de la “tarea ordenamiento” ya tiene incorporado, y hay muchas
otras que se podrían añadir. El diálogo permanente de las autoridades económicas
con los empresarios estatales, agricultores, emprendedores privados,
empresarios extranjeros y gobiernos locales será una fuente de información
fundamental para corregir y negociar lo que no se previó. Para aumentar la
capacidad de respuesta son varias las reformas estructurales que se deben ir
acometiendo. En este caso hay recomendaciones elaboradas por economistas como Pedro
Monreal, Ileana Díaz, Mauricio de Miranda, Carmelo
Mesa-Lago, Omar
Everleny, Oscar
Fernández, Juan Triana y Ricardo Torres, entre otros.
Es importante subrayar que el éxito de la reforma
monetaria no está garantizado por el solo hecho que la unificación de las
monedas y las tasas de cambio oficiales eliminan distorsiones. La política
económica no puede achantarse y esperar a que se vayan materializando los
beneficios de mediano y largo plazo. Tampoco puede caer en la complacencia de
publicitar algunos de los beneficios puntuales que se pueden apreciar en el
corto plazo, tales como más personas buscando trabajos formales o determinados
ahorros en el consumo de los hogares. Son buenas señales y constituyen los
primeros ejemplos de lo que se puede lograr con un cambio en los incentivos
económicos, pero distan mucho del cambio estructural y el salto de eficiencia
que podría derivarse de la “tarea ordenamiento”, que evidencie que valió la
pena asumir el riesgo de devaluar 10 veces la moneda en un solo día.
El gobierno tampoco debería prometer y forzar unos
beneficios irrealizables de corto plazo, especialmente en lo que tiene que ver
con el aumento del poder adquisitivo de los salarios y las pensiones. Las
proyecciones contrafactuales siempre son muy especulativas, pero podría decirse
que en un escenario hipotético sin pandemia y sin una caída del 11% del PIB,
tal vez sí se hubiese podido lograr algún aumento de los salarios y pensiones
reales a partir de la redistribución de riqueza e ingresos y de un cambio en la
estructura del gasto público. Esta era el escenario de la reforma monetaria en
el papel, pero la realidad de 2020 y 2021 ya sabemos que es otra muy diferente.
Pretender que este aumento nominal de ingresos se vaya a traducir en mejoras reales en el contexto actual no es realista.
Entiendo que la manera en que el equipo económico
técnico logró “vender” políticamente la “tarea ordenamiento” fue combinando la
devaluación de la tasa de cambio con el aumento de salarios y pensiones. Sin
embargo, pretender que este aumento nominal de ingresos se vaya a traducir en
mejoras reales en el contexto actual no es realista, genera falsas expectativas
y promueve incentivos perversos en los entes reguladores y políticos. En un
reciente panel en la Asociación de Estudios
Cubanos (ASCE) presenté
una estimación que apunta a una probable caída de alrededor del 15% del salario
promedio real en el sector estatal en 2021. De lograrse en el complejo
escenario económico y financiero actual, esto debería apreciarse como un gran
logro.[2]
Para
esclarecer mi posición, creo que fue acertado combinar ambas acciones de
política económica, incluso (y especialmente) en el escenario de 2021. El
aumento nominal de salarios y pensiones permite proteger a un grupo grande de
hogares de los costos sociales de la devaluación. Pero es diferente presentar
el aumento salarial y de pensiones como una protección, a prometer un
incremento de los ingresos reales en medio de un ajuste tremendo de la tasa de
cambio y de los precios relativos, en una economía que ha visto reducida
prácticamente a cero una de sus principales fuentes de ingresos externos por la
caída internacional del turismo.
Es este
mismo panel en ASCE expuse una proyección de inflación que ubica la tasa más
probable para este año alrededor de 500%. Cerca del 300% de la inflación se
debería al efecto traspaso, es decir, al impacto de la devaluación de la tasa
de cambio sobre los precios. El otro 200% se explicaría principalmente por el
exceso de demanda, es decir, el aumento de salario por encima de la
productividad. Y es importante anotar que en este escenario ya se reconoce el
esfuerzo del gobierno para intervenir administrativamente y controlar el efecto
traspaso, tomando en consideración los límites que ha colocado el Ministerio de
Finanzas a los precios mayoristas empresariales y los subsidios que se
mantienen. En este escenario de inflación de 500% se asume que con estas
regulaciones el gobierno podría llevar el traspaso al valor medio que se
observa en las economías en desarrollo, según las estimaciones del Banco
Mundial.[3] De hecho, si no se considera el efecto de
estas regulaciones del Ministerio de Finanzas, la inflación superaría los 900%
y el salario real caería un 50%.
Bajo
estos cálculos, tanto el objetivo oficial de aumento de los precios promedios
en solo 1,4 veces, como el objetivo de aumento del poder adquisitivo de
salarios y pensiones parecen inalcanzables este año. Estimular a los entes
reguladores y políticos a reprimir la inflación más allá de lo que es posible
va a provocar más daño que beneficio, y puede llevar a destruir los mismos
resortes que se necesita para la recuperación. Una vez más podemos recordar el
fracaso en obtener los 10 millones de la zafra de 1970 y el desgaste que
representó concentrar los esfuerzos en un objetivo inalcanzable.
Se puede reconocer la necesidad de regular …los precios de las empresas estatales y de otros mercados donde primen estructuras monopólicas, pero es un error imponer precios donde existen mercados que pueden cumplir esta función sin intervención estatal.
En una
economía más descentralizada, con un número mayor de actores económicos y
mercados más abiertos y competitivos, la mayor parte de las correcciones de
precios relativos podrían confiarse a las interacciones y contrapesos del
sistema productivo, pero dada la estructura monopólica y cerrada de donde parte
el ajuste monetario cubano, la negociación y la corrección sistemática de los
controles de precios es la única vía para compensar parcialmente la rigidez e
ineficiencia inherente a la fijación centralizada de los precios. Se puede
reconocer la necesidad de regular mediante medidas administrativas los precios
de las empresas estatales y de otros mercados donde primen estructuras
monopólicas, pero es un error imponer precios donde existen mercados que pueden
cumplir esta función sin intervención estatal.
El éxito
de la “tarea ordenamiento” no puede medirse a partir de los indicadores de
2021. La tasa de cambio y los precios se han movido en una mejor dirección,
pero con una alta velocidad y en un complejo contexto. Se requiere más
tiempo para que se estabilicen los nuevos equilibrios y la economía reaccione
con energía a los nuevas señales e incentivos. Con reformas estructurales
complementarias se pueden acortar estos tiempos y potenciar la reacción.
[1] Tomando en cuenta que la población y el sector
privado operaban desde antes con la tasa 24 pesos por dólar, y que en 2021 el
mercado paralelo refleja una tasa de 50 pesos por dólar.
Desde
hace varios días en diversos medios de prensa cubanos han comenzado a aparecer argumentos
sobre la necesidad de proceder a la unificación monetaria y cambiaria, haciendo
énfasis en las consecuencias negativas del establecimiento de una dualidad
monetaria en los años 90 del siglo XX. A esto se suman muy recientes rumores,
no confirmados, que indicarían la posibilidad de que en poco tiempo se suprima
la circulación del peso convertible y la unificación de precios en pesos
cubanos de los bienes y servicios que se ofrecen en las redes comerciales
estatales, así como una nueva tasa de cambio única que devaluaría
considerablemente el tipo de cambio oficial actual de 1 USD = 1 CUP que solo
funciona para las empresas del Estado, pero que, al parecer, revaluaría la
actual tasa de mercado, también oficial, de 1 USD = 24 y 25 CUP (según se trate
si es tipo de cambio de compra o de venta de la moneda extranjera). A estos
rumores se suma la existencia de una supuesta nueva escala salarial que
funcionaría para el sector estatal y que multiplicaría en varias veces todos
los niveles salariales actuales (sin que se diga nada de las pensiones de
jubilación antiguas).
Lo
curioso es que todo esto ocurra unos meses después que el gobierno cubano
decidiera abrir tiendas minoristas en las que se venderían una serie de
artículos, considerados de “alta gama”, pero que después se ampliaron a bienes
de primera necesidad, usando tarjetas magnéticas, respaldadas por depósitos en
dólares u otras monedas libremente convertibles (MLC), lo que ha significado,
en la práctica, una nueva segmentación del mercado en productos que se venden
en divisas extranjeras y productos que se venden en las monedas nacionales y
que, eventualmente, se venderían en una sola, como resultado de la
“unificación”. Así las cosas, vale la pena aclarar que toda vez que circulen
diversas monedas en un mercado, así sea a partir de la existencia de depósitos
a la vista, no estamos en presencia de una real unificación monetaria.
Uno de los problemas de la dualidad monetaria existente ha sido la multiplicidad de tipos de cambio, pero sobre todo la persistencia, durante 60 años, de un tipo de cambio fijo, artificialmente sobrevaluado, del peso cubano respecto al dólar estadounidense, que no refleja las condiciones económicas reales de la economía nacional en relación con la economía internacional y que ha distorsionado seriamente la competitividad de todo el sistema empresarial cubano.
Se puede
establecer una nueva tasa de cambio, se pueden modificar los precios y se
pueden reformar los salarios y jubilaciones, pero con ello solo se pondrá un
orden momentáneo a las relaciones monetarias y a los sistemas de precio y de
salarios en el país, pero no necesariamente se pondrá fin a las distorsiones
del sistema económico cubano ni del sistema monetario en particular.
La
existencia de un mercado, por limitado que pueda resultar, en el que el peso
cubano no cumple sus funciones como dinero va a generar una demanda adicional
de las divisas extranjeras en el mercado informal, generando opciones de
beneficios extraordinarios para quienes operen este mercado informal. Si, como
es usual, se persigue a estos actores económicos con medidas punitivas solo se
conseguirá aumentar la brecha entre los tipos de cambio entre los mercados
formales e informales. Por tanto, sería prudente adelantarse a este tipo de
escenarios con la adopción de medidas económicas adecuadas.
¿Cuáles
deberían ser este tipo de medidas?
Será necesario definir qué
tipo de sistema cambiario va a establecerse. ¿Una caja de conversión como
la que determinó la paridad del peso cubano con el dólar antes de 1959 o
como la que produjo el establecimiento del llamado CUC? Esto significaría
un anclaje nominal del peso con el dólar, en la cantidad que se defina, y
la variación del tipo de cambio con las demás divisas, siguiendo el curso
del dólar. Esta medida, no evitaría que el país afronte una crisis
cambiaria cuando se produzca una nueva crisis de balanza de pagos, lo cual
puede ser algo previsible en el caso cubano, si no se solucionan los
problemas estructurales, no se alcanza un mayor ritmo de crecimiento
económico y no se logra una mejor inserción internacional de la economía.
¿Un tipo de cambio flexible? Podría resultar lo más lógico para que el
tipo de cambio fuera el que absorbiera los choques externos y la política
macroeconómica no quedara supeditada al sostenimiento de una determinada
paridad cambiaria. Sin embargo, en este escenario habría que estar
preparados para una depreciación sostenida del peso cubano en la medida en
la que no mejoren las condiciones de producción de bienes y de servicios y
con las consecuentes presiones inflacionarias.
La realidad indica que tanto
el peso cubano como el peso convertible están sobrevalorados, tanto en el
tipo de cambio del primero como del segundo, lo cual significa que ambos
valen más de lo que deberían valer. El tipo de cambio oficial con el que
funcionan las empresas es absurdo y no guarda relación alguna con la
realidad. El tipo de cambio de las CADECA, que durante mucho tiempo se ha
mantenido estable, parece mostrar signos de sobrevaloración ante la
reaparición de un mercado informal con valores que en estos momentos han
estado oscilando entre 1,30 y 1,80 CUC por dólar. Esto es consecuencia de
dos fenómenos muy concretos: a) la ruptura de la “caja de conversión” que
sustentaba la condición de convertibilidad del CUC a una paridad de 1 USD
= 1 CUC y según la cual solo se emitirían CUC como USD existieran para
respaldarlos y b) la reaparición de un mercado en el que solo se opera en
MLC, por lo que la demanda por las divisas foráneas aumenta
considerablemente. La sobrevaloración de una moneda nacional desestimula
las exportaciones porque las encarece y estimula las importaciones porque
las abarata relativamente. Si se adopta un tipo de cambio de partida, de
forma administrativa, que no refleje las condiciones reales de la
economía, se reproducirán las distorsiones actuales, porque el tipo de
cambio es el precio relativo que permite conectar la economía de cualquier
país con la economía internacional. Por esa razón, en lugar de adoptar
medidas administrativas sería mucho mejor tener en cuenta las señales que
ofrece el mercado. Así las cosas, el CUP podría cambiarse a 25 por CUC
actuales para efectos internos, pero el tipo de cambio del USD con el CUP
que se establezca como nivel de partida, debería considerar esas señales
del mercado y, por tanto, devaluarse en lugar de revaluarse.
Para que el peso cubano
(CUP) sea realmente convertible debe asegurar su plena convertibilidad
interna, garantizando el funcionamiento adecuado del mercado cambiario y
permitiendo que la moneda nacional opere de manera plena con fuerza
liberatoria ilimitada y curso forzoso en todo el territorio nacional, lo
cual cuestiona el funcionamiento de las nuevas tiendas en MLC, fuertemente
criticadas por la población por justas razones.
Nada de esto tiene sentido
si no se adoptan las medidas económicas necesarias para impulsar la
producción de bienes y de servicios. Si no se adoptan las medidas para
aumentar la oferta de bienes y de servicios, se corre el riesgo de una
espiral inflacionaria, que si se pretende impedir de forma artificial, con
los racionamientos o con topes de precio, se manifestará en la forma ya
conocida de “inflación reprimida”, que no es otra cosa que la escasez y
las colas y la dinamización del mercado subterráneo. Así las cosas, lo más
adecuado sería eliminar todas las cortapisas que han impedido el
desarrollo de la producción de bienes y de servicios por parte de
productores privados y cooperativos, junto a la autonomía operativa y
financiera de las empresas estatales. En tal sentido, es imprescindible
adoptar la secuencia adecuada y ello significa que lo primero sería
eliminar las restricciones actuales al funcionamiento de las pequeñas y
medianas empresas (PyMES) privadas y cooperativas, las cuales, en un clima
adecuado podrían absorber la fuerza de trabajo que actualmente resulta
excesiva en el sector estatal y podría producir bienes y servicios que el
sector estatal se ha mostrado incapaz de producir. Para ello es necesario
crear el clima institucional adecuado para promover el ahorro interno y la
inversión tanto foránea como doméstica, sin restricciones de tipo de
propiedad. Esto debería ir acompañado de la modificación de las normas
adoptadas recientemente para regular la participación del sector privado y
cooperativo en el comercio exterior que son, a todas luces, inadecuadas.
El costo
económico y político de continuar despreciando las leyes económicas puede ser
muy grave para el país. La política económica debería orientarse a la adopción
de las medidas que permitan salir de la crisis y conducir a una ruta de
crecimiento sostenido que tenga un efecto positivo en el mejoramiento del nivel
de desarrollo económico y social, superando las barreras ideológicas derivadas
de concepciones dogmáticas.
HAVANA
(Reuters) – A major monetary reform that will hike prices and state wages in
Cuba starting on Friday is sparking widespread uncertainty as the Communist-run
island resumes market-oriented changes to its Soviet-style economy after years
of flip-flopping. The reform, announced
earlier this month by President Miguel Diaz-Canel, will eliminate a complex
dual currency and multiple exchange rate system that masked a host of
government subsidies, pegging the remaining peso currency at a single rate.
To
reflect the resulting steep devaluation and reduced subsidies, Cuba is raising
prices on goods and services ranging from transport to electricity at varying
rates. It will also quintuple pensions and wages in the state sector, which
employs around two-thirds of the working population, from the current low rates
to better reflect the real value of labor.
The
measures, which will accelerate the transition from late revolutionary leader
Fidel Castro’s paternalistic model, will bring more transparency to the economy
and should help raise competitiveness over time, economists say, albeit only if
combined with other reforms. Yet the immediate impact of the changes remains a
worrying puzzle to many Cubans already struggling to get by amidst the
country’s worst economic crisis in decades, one that has spurred a partial
dollarization of the cash-strapped, import-dependent economy.
Hours-long
queues outside shops amid shortages of even the most basic goods have
lengthened as some Cubans rush to buy what they can before the measures go into
effect, the value of the dollar on the black market has risen and banks have
been overwhelmed with queries.
Private
businesses and foreign investors also are scrambling to gauge the impact on
their operations and whether they can adjust prices and wages. “It’s going to
be tight, so I’m just buying what I can now,” said Sulema Sotto Rojas, a
57-year-old cleaner for a state firm, as she waited in line to buy cooking oil
and tomato sauce at one store after waking up eight hours earlier to queue at
another for chicken.
While she could actually stand to gain from the monetary reform, her company has still not confirmed her new wage level and the government has been making last-minute tweaks to some electricity and gas rates in response to widespread consternation that they were too high.
INFLATION WORRIES
The
reform is part of a package of measures Communist Party leader Raul Castro
unveiled a decade ago to make the economy self-sufficient after decades of
dependence on Soviet and then later Venezuelan aid in the face of domestic
inefficiency and a crippling U.S. trade embargo.
The
government had stalled or even backtracked on some of the changes due to
opposition from entrenched bureaucratic and ideological interests, but a new
generation of leaders headed by Diaz-Canel has opted to resume them amid the
current crisis. That means, however, more short-term pain will be inflicted on
an economy that already has shrunk 11% this year in the wake of the coronavirus
pandemic and the tightening of U.S. sanctions.
Many
state companies working with an exchange rate of one peso to the dollar likely
won’t be able to survive at the new rate of 24 to one. The government says it
will give these enterprises a year to become competitive, subsidizing them in
the meantime, though that could prove too little, especially given the feeble
global economy and Cuba’s lack of capital to upgrade its creaking
infrastructure.
“If the
government had taken structural reforms to boost the agricultural, private and
state sectors first, the economy would be in a much better condition to face
this,” said Ricardo Torres, an economist with the Havana-based Center for the
Study of the Cuban Economy.
The
Communist Party has resisted such moves because doing so would reduce its
political power, said Pedro Monreal, author of a popular blog on Cuban
economics. Now it will have to pay the price, Monreal said, as a wage-fueled
rise in demand for goods and services in the absence of an increase in supply
will lead to inflation and further hardship in an economy with a flourishing
black market.
“This is
a purgative we need to take,” said Mauricio Alonso, who rents out rooms in his
apartment in Havana. “Obviously it will generate inflation.”
BRAVE NEW WORLD
While
Cubans are still struggling to figure out whether they will be better or worse
off, one thing seems clear: those who have savings in a local currency or who
work in the non-state sector, which will not automatically hike wages, stand to
lose.
The
government has set price caps on agricultural produce and said the fledgling
private sector cannot raise prices more than threefold, with anything above
that considered “abusive” and violators subject to fines.
Several business
owners told Reuters they would need time to gauge the compensatory impact of
smaller recent reforms, such as being able to import and export via state
companies and to offset all costs against their taxes.
“There
are many challenges at the same time,” said Liber Puente, the owner of a
private tech firm, who hired a financial strategist to help him map a strategy.
The entrepreneur, who wants to keep wages competitive vis-a-vis those in the
state sector, said he would hold off on developing other projects until the
dust settled, predicting six months of uncertainty.
One
important unknown worrying all Cubans is the value of the greenback on the
black market, as many basic items like shampoo and cheese can now only be
purchased with dollars at special stores or with hard currency on the informal
market supplied by “mules” from abroad.
The black
market dollar rate has appreciated to around 1.5 times the official rate this
year, given that it has become almost impossible for residents to acquire
dollars through state financial institutions.
“Already
prices are rising everywhere and not because of the currency reform, but
because of the lack of dollars,” said Maykel Suarez, who owns a private
cellphone repair shop.
The
government says the controversial dollar stores, which were opened this year,
are a temporary solution to its cash crunch. U.S. President-elect Joe Biden has
said he will loosen the existing sanctions on Cuba, and Cuban officials expect
tourism and trade to pick up slightly next year.
Havana
has also tinkered with some other minor economic reforms over the past year,
including allowing firms to retain a larger share of their export revenue
rather than depend on the centralized allocation of hard currency.
Economists, though, are urging the government to quickly enact further-reaching structural reforms like the legalization of small and medium enterprises and the liberalization of the ailing farm sector to solve underlying problems. “I just hope the measures that need to be taken in parallel to this (monetary reform) to increase production and services will be approved in a short time period,” said Omar Everleny, a Cuban economist.
HAVANA
(Reuters) – The Cuban government announced on Thursday it would start a
long-awaited monetary reform in January, unifying its dual currency and
multiple exchange rate system in a bid to bring more dynamism to its centrally
planned economy.
The
reforms were first adopted by the Communist Party a decade ago as it moved
toward a more market driven system and closer links with the international
economy but foundered thanks to bureaucracy and internal divisions.
HOW DOES CUBA’S MONETARY SYSTEM WORK?
For
nearly three decades, two currencies have circulated in Cuba: the peso and the
convertible peso (CUC), both officially valued at one-to-one with the dollar.
Neither are tradable outside the country.
The currencies are exchanged at various rates: one-to-one for
state-owned businesses, 24 pesos for 1 CUC for the public and others for joint
ventures, wages in the island’s special development zone and transactions
between farmers and hotels. Cuba created
the system as part of a package of measures to open up its economy after the
collapse of the Soviet Union.
While the
system helped Cuba get through the shock of the Soviet collapse, it ended up
also hiding the real economic situation.
WHAT CHANGES NOW?
The CUC
will be eliminated. President Miguel Diaz-Canel said it would leave the peso at
a single fixed rate of 24 to the dollar, scrapping other more favorable rates
in the first official devaluation of the peso since Cuba’s 1959 revolution.
GOODBYE CUC, HELLO DOLLAR!
The
government has also begun opening stores that sell consumer goods for dollars
and other traded currencies, though only with a bank card.
Havana
says this is a temporary measure but the partial dollarization will also
provide some stability, especially for families who receive remittances.
Meanwhile,
state and private companies can now keep tradable currency accounts with up to
80% of their export earnings instead of handing them over to the state.
SHOCK THERAPY?
Devaluation
is inflationary, while ending subsidies leads to layoffs, yet the Cuban
government says it expects to avoid any “shock therapy” in the economy where
the state sets most prices and wages. Economists
expect triple digit inflation, and the government has said the initial
devaluation will be accompanied by a five-fold increase in average state wages
and pensions even as many state-controlled prices also may rise.
But the
wage increase does not apply to around 2 million of the 7 million plus labor
force in the private sector, informal sector or who simply do not work.
Meanwhile
the government says state-run companies, as a rule, will no longer be
subsidized.
Cuban
economists estimate around 40% of state companies operate at a loss and though
some will benefit with the reform, others will go under. Still, the government
says some companies will be given a year to get their books in order before
ending subsidies.
The
government says residents will be given 180 days to exchange convertible pesos
once they are taken out of circulation.
WHY NOW?
Cuba is
seeking to reverse its worst crisis since the fall of the Soviet Union, with
growth seen plummeting more than 8% this year by boosting business conditions
and productivity.
The
country is dependent on imports for more than 50% of food and fuel, plus inputs
for agriculture and pharmaceuticals. Yet a combination of U.S. sanctions, local
economic blunders and the COVID-19 pandemic have gutted Cuba’s ability to earn
tradable currency.
Cuba has
been rapidly piling up debt in recent years, while still being plagued by a
scarcity of basic goods, from food and personal hygiene products to medicine
and fuel.
CUBA TO BEGIN LONG-DELAYED MONETARY OVERHAUL ON NEW YEAR’S DAY
Ricardo Herrero
Cuban Study Group, 14 December 2020
“Cuba said late on Thursday it would start its long-awaited monetary reform in January, eliminating its dual currency and labyrinthine multiple exchange rate system in a bid to improve business conditions in the crisis-stricken economy. In a televised address to the nation, President Miguel Diaz-Canel said the Cuban peso would be fixed at a single exchange rate of 24 per dollar [24 CUP : 1 USD].” (Reuters, December 10, 2020)
For more than three decades, two currencies have circulated in Cuba’s state-run economy: the peso (CUP) and the convertible peso (CUC), pegged to the dollar. These have been exchanged at various rates: 1 to 1 for state-owned businesses, 24 pesos for 1 CUC for the public and others for joint ventures, wages in island’s special development zone and transactions between farmers and hotels.” (Reuters, December 10, 2020)
“The government has said some companies will be given a year to get their books in order before ending subsidies, and it will continue to provide universal and free healthcare and education, some subsidized food and other social gratuities. Cuban economists estimate around 40% of state companies operate at a loss and though some will benefit from the monetary reform, such as those tied to the export sector, others will fail. Some Cubans complain that multiple currencies will still be in use on the island given the government has been opening stores over the past year that sell consumer goods for dollars and other internationally traded currencies, though only with a bank card. The government says this is a temporary measure needed to earn tradable currency to purchase more consumer goods amid dire scarcity as it is all but bankrupt.” (Reuters, December 10, 2020)
Government raises minimum wage to 2,100 pesos and sets pensions cap at 1,528 pesos. “Cuba published the new scale for wages, pensions and social assistance benefits, as part of the monetary ordering process announced last night and which will be in force as of next January 1, determining the economic future of the island. As of that date, the minimum wage rises to 2,100 pesos per month, by public provision since yesterday in the Gaceta Oficial Extraordinaria No. 69. The wage scale is divided into 32 complexity groups, determined by the number of hours worked and the category of who performs them…The wage scales start at 1,910 and 2,100 pesos, for those who work 40 and 44 hours a week, respectively, and rise to 9,510 pesos for those who add 44 hours a week.” (OnCuba News, December 11, 2020)
ECONOMISTS EXPECT SURGING INFLATION; WORRY ARTIFICIAL EXCHANGE RATE WILL DRIVE BLACK MARKET FOR FOREIGN CURRENCY
“Economists say the reform spells short-term pain for Cubans but is important in the long-term as varying exchange rates have effectively subsidized some sectors and distorted the way economy works. [They] expect triple-digit inflation, and government announcements in recent months suggest it does too. It has said the [new single exchange rate] will be accompanied by a five-fold increase in average state wages and pensions even as many state-controlled prices are increased or allowed to respond to demand. But the wage increase does not apply to around two million of the seven million-plus labor force in the private sector, informal sector or who simply do not work. (Reuters, December 10, 2020)
Carmelo Mesa Largo: “The immediate impact will be that inflation will be unleashed and the purchasing power of the population will drop in parallel.” Mesa Lago says that an exchange rate set at 24 pesos per dollar implies a 2,400% devaluation [for state-run businesses]…’it would be extremely difficult for the government to increase salaries by 2,400 percent in 2021 if the exchange rate is set at 24 pesos per dollar. The government will raise salaries, but by much less than that, like it did between 1989 and 2019, the salaries as well as the pensions will cover even less of the basic necessities,’ he added.” (Miami Herald, December 1, 2020)
“Mesa-Lago said he believes the official figures underestimate the real level of inflation, reflected in the increasingly longer lines of people waiting to buy basic products, the empty shelves and the rising prices. ‘The prices in the open market, where the law of offer and demand rules, have soared in recent months. For example, a carton of 30 eggs cannot be found in state stores” except once per month with a ration card, Mesa-Lago said. ‘In the free market, you could find it years ago for 87 pesos. Now they cost 175 pesos. That means the price has doubled, and that’s happened with other food prices” (Miami Herald, December 1, 2020)
One solution to this dire scenario would be to expand the private sector and micro-enterprises, Mesa-Lago said. The number of employed rose by 102,520 in 2019, with 89 percent of them in the private sector. The government then [announced the elimination of] the list of allowed self-employed jobs in August, and in November, [Reuters] reported that thousands of small government-owned enterprises would be shifted to the private sector. ‘This is something that is positive, if it’s done quickly and without roadblocks,’ Mesa-Lago said. It is expected that with the change in the current exchange rate, many state enterprises will go bankrupt. The government, which already has failed to make some payments on its foreign debt, will allow some of these inefficient enterprises to disappear, officials have said. Economists said part of those enterprises’ employees might shift to the private sector.” (Miami Herald, December 1, 2020)
Mauricio de Miranda Parrondo: “The official exchange rate adopted by the government is, in the face of market conditions, an overvalued exchange rate and an error from the onset. An overvalued exchange rate means that the national currency is worth more than it should be and that affects the competitiveness of exports and makes imports cheaper, so this won’t solve the problems that led to the adoption of the measure of devaluation that, incidentally, should have been adopted many years ago. It is very difficult to determine what the appropriate level of the exchange rate should be, but economic theory suggests that it should be around the equilibrium conditions that allow establishing the relative prices that connect the national economy with the international economy. But the Cuban economy has many price distortions, due to the maintenance for a long time of a totally unreal official exchange rate, also due to the segmentation of the markets and consequently, due to the disconnection of the national economy with the international one. In the absence of this, it would have been advisable to adopt an exchange rate that was close to current market conditions, as happened when the CADECAs were created, after overcoming the very serious devaluation of the peso on the black market when the US dollar It came to be worth between 120 and 130 Cuban pesos in the early 1990s.
“With the current shortage of foreign exchange, and with the impossibility, on the part of the State, of offering US dollars at 24 Cuban pesos, the logical thing is that a parallel market appears in which the dollar is quoted at a higher value, and we continue in the same boat. Dollars will be channeled into the informal market rather than into the formal market channels. Under these conditions, a considerable differential between the official exchange rate and the black market exchange rate can be created, which will benefit the operators of the latter and will create new distortions.” (Mauricio de Miranda Parrondo blog, December 10, 2020)
Prices in private sector to be fixed?: Among multiple price controls expected in attempt to stave off inflation, perhaps the most worrisome according to economist Pedro Monreal is Sunday’s announcement that prices in private sector activity will not be allowed to increase more than threefold regardless of market needs.